LA VERDAD DEL EVANGELIO

TEOLOGÍA SISTEMÁTICA

por Charles G. Finney

 

 Capítulo 39

Soberanía Divina

 

En esta discusión trataré de mostrar:

I. Lo que no se intenta por el término soberanía divina cuando se aplica a Dios.

No se intenta, por lo menos para mí, que Dios, en cualquier instancia, quiera o actúe arbitrariamente, o sin buenas razones; razones tan buenas y tan de peso, que en ningún caso pudiera actuar de otro modo como lo hace, sin violar la ley de su propia inteligencia y conciencia, y consecuentemente sin pecar. Cualquier postura de la soberanía divina que implica arbitrariedad por parte de la voluntad divina, no sólo es contraria a la escritura, sino también es repulsiva y blasfema para la razón. Dios no puede actuar arbitrariamente, en el sentido de exceso, sin perversidad infinita. Para él ser arbitrario, en el sentido poco razonable, sería una perversidad mucho mayor de la que cualquier criatura es capaz de cometer, puesto que su razón o conocimiento es mayor que la de ellos. Esto debe ser evidente en sí mismo. Dios nunca debe por tanto representarse como un soberano en el sentido que implique que actúa por voluntad arbitraria u obstinación en vez de actuar por inteligencia infinita.

Muchos me parece representan la soberanía de Dios como si consistiese en un despliegue perfectamente arbitrario de eventos. Parecen concebir a Dios como que está totalmente por encima y sin ley o regla de acción, guiando su voluntad por su razón y conciencia infinitas. Parecen escandalizarse con la idea de Dios mismo que está el sujeto de la ley moral, y están prestos a preguntar ¿quién da a Dios la ley? Parece que nunca han considerado que Dios es, y debe ser, una ley para él mismo, de que es necesariamente omnisciente, y que la razón divina debe imponer ley en la voluntad divina, o prescribirla para ella. Parecen considerar a Dios como que vive totalmente por encima de la ley, y como dispuesto a hacer su propia voluntad en todo caso, razonable o no razonable, establecer su placer arbitrario como su única regla de acción, e imponer esta regla en todos los sujetos. Esta soberanía parecen concebir tan controladora y como deshaciéndose de todos los eventos, con fatalidad de hierro e intransigencia, inflexible, irresistible, omnipotente. "Del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Ef. 1:11). Se basan mucho en este texto como enseñanza de que Dios dispone de todos los eventos absolutamente, no según su propia sabiduría infinita y discreción, sino simplemente según su propia voluntad, y como su lenguaje pareciera entender, sin referencia en lo absoluto a la ley universal de la benevolencia. No diré, que tal es la opinión que yace en la mente de ellos, sino sólo que por el lenguaje que usan, tal parecería que ésa es su idea de soberanía divina. Sin embargo, ésa no es la postura de este asunto el cual estableceré y defenderé en esta ocasión.

II. Lo que se intenta por soberanía divina

La soberanía de Dios consiste en la independencia de su voluntad, en consultar su propia inteligencia y discreción en la selección de su fin, y los medios para lograrla. En otras palabras, la soberanía de Dios no es nada más que la benevolencia infinita dirigida por conocimiento infinito. Dios no consulta a nadie con respecto a lo que él hará. No pide permiso para hacer, y requiere lo que su propia sabiduría le dicta. No consulta a nadie más que a él mismo; es decir, su propia inteligencia infinita. Tan lejos está de ser arbitrario en su soberanía, en el sentido de ser poco razonable, que es guiado invariablemente por razón infinita. Sólo consulta su propia inteligencia, no desde una disposición arbitraria, sino porque su conocimiento es perfecto e infinito, y por tanto es seguro y sabio no tomar consejo de nadie más. Sería infinitamente poco razonable, y sería débil y perverso en Dios si pidiera permiso a cualquier ser para actuar en conformidad con su propio juicio. Debe tomar su propia razón su regla de acción. Dios es soberano, no en el sentido de que no está bajo la ley, o que está por encima de la ley, sino en el sentido de que él es una ley para él mismo, que no conoce sino lo que es dado a él por su propia razón. En otras palabras, la soberanía de Dios consiste en un despliegue tal de todas las cosas y eventos como para reunir las ideas de su propia razón, o las demandas de su propia inteligencia. "Hace todas las cosas según el designio de su voluntad", en el sentido de que forma y ejecuta sus propios planes independientemente, en el sentido de que consulta su propia discreción infinita; esto es, actúa según sus propios puntos de vista de propiedad e idoneidad. Esto hace, entiéndase claramente, sin hacer a un lado la libertad de los agentes morales. Su conocimiento infinito le permite seleccionar un fin y medios, que deben consistir e incluir la libertad perfecta de los agentes morales. Los sujetos de su gobierno moral son libres para obedecer o desobedecer y sufrir las consecuencias. Pero el ver con anticipación precisamente en todos los casos cómo deberían actuar, ha puesto su plan como corresponde a fin de sacar los resultados contemplados y deseados. En todos sus planes no consulta nadie más que a sí mismo. Pero esto me lleva a decir:

III. Que Dios es y debe ser un soberano absoluto y universal

Por absoluto quiero decir que su voluntad expresada, en obediencia a su razón, es ley. No es ley porque proceda de su voluntad arbitraria, sino porque es la revelación o la declaración de las afirmaciones y demandas de su razón infinita. Su voluntad expresada es ley porque es una declaración infalible de lo que es intrínsecamente idóneo, apto y correcto. Su voluntad no hace cosas que ordena, correctas, idóneas, aptas, obligatorias, en el sentido, que deba requerirla, lo opuesto a lo que él ahora requiere sería idóneo, apropiado, apto, obligatorio, pero en el sentido que no necesitamos ninguna otra evidencia de lo que en sí es intrínsecamente propio, idóneo, obligatorio, que la expresión de su voluntad. Nuestra razón afirma que lo que él dispone debe ser correcto, no porque lo disponga, sino que lo dispone porque es correcto, u obligatorio en la naturaleza de las cosas; esto es, nuestra razón afirma que dispone como lo hace, sólo con una condición, que su inteligencia infinita afirme que tal disposición es intrínsecamente correcta y por tanto deba disponer u ordenar sólo lo que él hace.

Él es soberano en el sentido de que su voluntad es ley, sea si podemos ver la razón de mandamientos o no, porque nuestra razón afirma que él tiene, y debe tener, suficientes y buenas razones para cada mandato, tan bueno y suficiente de que no podría hacer otra cosa más que requerir lo que hace, bajo las circunstancias, sin violar la ley de su propia inteligencia. Por tanto, no necesitamos otra razón más para afirmar nuestra obligación para querer y hacer eso que Dios requiere, porque siempre y necesariamente damos por sentado que lo que Dios requiere debe ser correcto, no porque arbitrariamente disponga, sino porque no dispone arbitrariamente: al contrario de lo que tiene y debe tener en cada instancia, infinitamente buenas y sabias razones para cada requerimiento.

Algunas personas representan a Dios como un soberano, en el caso, de que su voluntad arbitraria es el fundamento de la obligación. Pero si esto es así, él podría en cada instancia hacer directamente el curso opuesto de lo que ahora él requiere como obligatorio. Pero esto es absurdo. Las personas mencionadas parecen pensar que, a menos que se admita que la voluntad de Dios es el fundamento de la obligación, se deducirá que no impone obligación, a menos que descubra las razones para sus requerimientos. Pero esto es un gran error. Nuestra propia razón afirma que la voluntad expresa de Dios siempre es ley, en el sentido de que invariablemente declara la ley de la naturaleza o descubre las decisiones de su propia razón.

Dios tiene y debe ser un soberano absoluto en el sentido acabado de definir. Esto aparecerá si consideramos:

1. Que su fin fue escogido y sus medios decididos cuando ningún ser más que él mismo existió, y desde luego, no había nadie a quien consultar más que a él mismo.

2. La creación y la providencia son sólo resultados y ejecución de sus planes establecidos desde la eternidad.

3. La ley de la benevolencia, como existió en la razón divina, debió haber demandado de él el mismo curso que ha tomado.

4. Su gloria y su bien más altos del ser universal demandan que debe consultar su propia discreción, y ejercer una soberanía absoluta y universal en el sentido explicado. La sabiduría y bondad infinitas deben desde luego actuar independientemente en la promoción de su fin. Si la sabiduría o conocimientos infinitos no es dar ley, ¿qué o quién lo dará? Los atributos y relaciones de Dios lo hacen obligatorio en él para ejercer sólo esa soberanía santa que hemos atribuido a él.

(1.) Esta soberanía, y no otra, él reclama para él mismo.

Sal. 115:3: "Nuestro Dios está en los cielos; Todo lo que quiso ha hecho".

Sal. 135:6: "Todo lo que Jehová quiere, lo hace, En los cielos y en la tierra, en los mares y en todos los abismos".

Is. 55:10-11: "Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra, y la hace germinar y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca; no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié".

Mt. 11:25-26: "En aquel tiempo, respondiendo Jesús, dijo: Te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y de los entendidos, y las revelaste a los niños. Sí, Padre, porque así te agradó".

Ro. 9:15-18: "Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia, y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece".

Ef. 1:11:" En él asimismo tuvimos herencia, habiendo sido predestinados conforme al propósito del que hace todas las cosas según el designio de su voluntad".

(2.) De nuevo: Dios reclama para sí todas las prerrogativas de una soberanía absoluta y universal, en el sentido ya explicado. Por ejemplo, dice ser el legítimo y único propietario del universo.

1 Cr. 29:11: "Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos".

Sal. 50:10-11:" Porque mía es toda bestia del bosque, Y los millares de animales en los collados. Conozco a todas las aves de los montes, Y todo lo que se mueve en los campos me pertenece. Si yo tuviese hambre, no te lo diría a ti;

Porque mío es el mundo y su plenitud."

Sal. 95:5-7:"Suyo también el mar, pues él lo hizo; Y sus manos formaron la tierra seca. Venid, adoremos y postrémonos; Arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor. Porque él es nuestro Dios; Nosotros el pueblo de su prado, y ovejas de su mano. Si oyereis hoy su voz".

Sal. 100:3: "Reconoced que Jehová es Dios; El nos hizo, y no nosotros a nosotros mismos; Pueblo suyo somos, y ovejas de su prado".

Ez. 18:4: "He aquí que todas las almas son mías; como el alma del padre, así el alma del hijo es mía; el alma que pecare, esa morirá".

Ro. 14:8: "Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos".

(3.) De nuevo, Dios dice haber establecido las leyes físicas y naturales del universo.

Sal. 119:90-91: "De generación en generación es tu fidelidad; Tú afirmaste la tierra, y subsiste. Por tu ordenación subsisten todas las cosas hasta hoy, Pues todas ellas te sirven."

Pr. 33:19-20: "Jehová con sabiduría fundó la tierra; Afirmó los cielos con inteligencia. Con su ciencia los abismos fueron divididos, Y destilan rocío los cielos".

Jer. 31:35: "Así ha dicho Jehová, que da el sol para luz del día, las leyes de la luna y de las estrellas para luz de la noche, que parte el mar, y braman sus ondas; Jehová de los ejércitos es su nombre".

Jer. 33:25-26: "Así ha dicho Jehová: Si no permanece mi pacto con el día y la noche, si yo no he puesto las leyes del cielo y la tierra, también desecharé la descendencia de Jacob, y de David mi siervo, para no tomar de su descendencia quien sea señor sobre la posteridad de Abraham, de Isaac y de Jacob. Porque haré volver sus cautivos, y tendré de ellos misericordia".

(4.) Dios reclama el derecho a ejercer autoridad suprema.

1 Cr. 29:11: "Tuya es, oh Jehová, la magnificencia y el poder, la gloria, la victoria y el honor; porque todas las cosas que están en los cielos y en la tierra son tuyas. Tuyo, oh Jehová, es el reino, y tú eres excelso sobre todos".

Sal. 47:7: "Porque Dios es el Rey de toda la tierra; Cantad con inteligencia".

Is. 33:22: "Porque Jehová es nuestro juez, Jehová es nuestro legislador, Jehová es nuestro Rey; él mismo nos salvará".

(5.) Dios reclama el derecho a ejercer su propia discreción al usar tales medios, y en ejercer una agencia tal tanto asegure la regeneración de los hombres, o no, como le parezca sabio a él.

Dt. 29:4: "Pero hasta hoy Jehová no os ha dado corazón para entender, ni ojos para ver, ni oídos para oír".

Jer. 5:14: "Por tanto, así ha dicho Jehová Dios de los ejércitos: Porque dijeron esta palabra, he aquí yo pongo mis palabras en tu boca por fuego, y a este pueblo por leña, y los consumirá".

Mt. 13:10-11: "Entonces, acercándose los discípulos, le dijeron: ¿Por qué les hablas por parábolas? Él respondiendo, les dijo: Porque a vosotros os es dado saber los misterios del reino de los cielos; mas a ellos no les es dado".

Ro. 9:22-23: "¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria".

2 Ti. 2:25: "que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizá Dios les conceda que se arrepientan para conocer la verdad".

(6.) Dios reclama el derecho para tratar a sus criaturas por medio de la tentación.

Dt. 13:1-3: "Cuando se levantare en medio de ti profeta, o soñador de sueños, y te anunciare señal o prodigios, y si se cumpliere la señal o prodigio que él te anunció, diciendo: Vamos en pos de dioses ajenos, que no conociste, y sirvámosles; no darás oído a las palabras de tal profeta, ni al tal soñador de sueños; porque Jehová vuestro Dios os está probando, para saber si amáis a Jehová vuestro Dios con todo vuestro corazón, y con toda vuestra alma".

1 R. 22:20: "Y Jehová dijo: ¿Quién inducirá a Acab, para que suba y caiga en Ramot de Galaad? Y uno decía de una manera, y otro decía de otra. Y salió un espíritu y se puso delante de Jehová, y dijo: Yo le induciré. Y Jehová le dijo: ¿De qué manera? Él dijo: Yo saldré, y seré espíritu de mentira en boca de todos sus profetas. Y él dijo: Le inducirás, y aun lo conseguirás; ve, pues, y hazlo así".

Job. 2:3, 7: "Y Jehová dijo a Satanás: ¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, y que todavía retiene su integridad, aun cuando tú me incitaste contra él para que lo arruinara sin causa? Entonces salió Satanás de la presencia de Jehová, e hirió a Job con una sarna maligna desde la planta del pie hasta la coronilla de la cabeza".

Mt. 4:1: "Entonces Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto, para ser tentado por el diablo".

(7.) Dios reclama el derecho a usar todas las criaturas, y disponer de todas las criaturas y eventos para cumplir sus propios designios.

2 S. 7:14: "Yo le seré a él padre, y él me será a mí hijo. Y si él hiciere mal, yo le castigaré con vara de hombres, y con azotes de hijos de hombres".

2 R. 5:1: "Naamán, general del ejército del rey de Siria, era varón grande delante de su señor, y lo tenía en alta estima, porque por medio de él había dado Jehová salvación a Siria. Era este hombre valeroso en extremo, pero leproso".

Job. 1:15, 17, 21: "y acometieron los sabeos y los tomaron, y mataron a los criados a filo de espada; solamente escapé yo para darte la noticia. Todavía estaba éste hablando, y vino otro que dijo: Los caldeos hicieron tres escuadrones, y arremetieron contra los camellos y se los llevaron, y mataron a los criados a filo de espada; y solamente escapé yo para darte la noticia… y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito".

Is. 10:5-7, 12, 15: "Oh Asiria, vara y báculo de mi furor, en su mano he puesto mi ira. Le mandaré contra una nación pérfida, y sobre el pueblo de mi ira le enviaré, para que quite despojos, y arrebate presa, y lo ponga para ser hollado como lodo de las calles. Aunque él no lo pensará así, ni su corazón lo imaginará de esta manera, sino que su pensamiento será desarraigar y cortar naciones no pocas. Pero acontecerá que después que el Señor haya acabado toda su obra en el monte de Sion y en Jerusalén, castigará el fruto de la soberbia del corazón del rey de Asiria, y la gloria de la altivez de sus ojos. ¿Se gloriará el hacha contra el que con ella corta? ¿Se ensoberbecerá la sierra contra el que la mueve? ¡Como si el báculo levantase al que lo levanta; como si levantase la vara al que no es leño!"

Ez. 25:14: "Y pondré mi venganza contra Edom en manos de mi pueblo Israel, y harán en Edom según mi enojo y conforme a mi ira; y conocerán mi venganza, dice Jehová el Señor".

Hab. 1:6, 12: "Porque he aquí, yo levanto a los caldeos, nación cruel y presurosa, que camina por la anchura de la tierra para poseer las moradas ajenas. ¿No eres tú desde el principio, oh Jehová, Dios mío, Santo mío? No moriremos. Oh Jehová, para juicio lo pusiste; y tú, oh Roca, lo fundaste para castigar".

(8.) Dios reclama el derecho de tomar la vida de sujetos pecaminosos a su propia discreción.

Gn. 22:2: "Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los montes que yo te diré".

Dt. 20:16-18: "Pero de las ciudades de estos pueblos que Jehová tu Dios te da por heredad, ninguna persona dejarás con vida sino que los destruirás completamente: al heteo, al amorreo, al cananeo, al ferezeo, al heveo y al jebuseo, como Jehová tu Dios te ha mandado; para que no os enseñen a hacer según todas sus abominaciones que ellos han hecho para sus dioses, y pequéis contra Jehová vuestro Dios".

1 S. 15:3: "Ve, pues, y hiere a Amalec, y destruye todo lo que tiene, y no te apiades de él; mata a hombres, mujeres, niños, y aun los de pecho, vacas, ovejas, camellos y asnos".

(9.) Dios declara que mantendrá su propia soberanía.

Is. 42:8: "Yo Jehová; este es mi nombre; y a otro no daré mi gloria, ni mi alabanza a esculturas".

Is. 48:11: "Por mí, por amor de mí mismo lo haré, para que no sea amancillado mi nombre, y mi honra no la daré a otro".

Estos pasajes descubrirán el estilo general de la escritura sobre este tema.

 

Observaciones

1. La Soberanía de Dios es soberanía infinitamente afable, dulce, santa y deseable. Algunos parecen concebirla como si fuese repulsiva y tiránica. Pero es infinitamente opuesta, y es perfección de todo lo que es razonable, bueno y amable.

Is. 57:15-19: "Porque así dijo el Alto y Sublime, el que habita la eternidad, y cuyo nombre es el Santo: Yo habito en la altura y la santidad, y con el quebrantado y humilde de espíritu, para hacer vivir el espíritu de los humildes, y para vivificar el corazón de los quebrantados. Porque no contenderé para siempre, ni para siempre me enojaré; pues decaería ante mí el espíritu, y las almas que yo he creado. Por la iniquidad de su codicia me enojé, y le herí, escondí mi rostro y me indigné; y él siguió rebelde por el camino de su corazón. He visto sus caminos; pero le sanaré, y le pastorearé, y le daré consuelo a él y a sus enlutados; produciré fruto de labios: Paz, paz al que está lejos y al cercano, dijo Jehová; y lo sanaré".

2. Muchos parecen tener miedo de pensar o hablar de la soberanía de Dios, e incluso pasar por alto, con una lectura ligera, aquellos pasajes de la escritura que la declaran plenamente. Piensan que es imprudente y peligroso predicar sobre el tema, especialmente a menos que sea negar o explicar algo excepto la soberanía de Dios. Este temor en las mentes piadosas sin duda ha originado una mala interpretación de la naturaleza de esta soberanía. Han sido llevados por enseñanza falsa, o de algún modo, para concebir de la soberanía divina despotismo de hierro y poco razonable. Esto es, han entendido la doctrina de la soberanía divina que así representa a Dios. Por tanto le temen y la rechazan. Pero recuérdese y entiéndase por siempre, para el gozo eterno y la consolación inefable de todos los seres santos, que la soberanía de Dios no es nada más que amor infinito dirigido por conocimiento infinito, en un despliegue tal de eventos para asegurar el bienestar supremo del universo, que, en todos los detalles de la creación, de la providencia y de la gracia, no hay medida solitaria suya que no sea infinitamente sabia y buena.

3. Un entendimiento apropiado de la agencia y soberanía universales de Dios, de la sabiduría y benevolencia perfectas de cada medida de su gobierno, providencial y moral, es esencial para el mejoramiento de todas sus dispensaciones hacia nosotros, y hacia aquellos alrededor de nosotros. Cuando se entiende que la mano de Dios está directa o indirectamente en todo lo que ocurre, y que él es infinitamente sabio y bueno, e igualmente sabio y bueno en cada dispensación--que tiene un fin constante, y siempre, a la vista--que hace todo por el mismo fin soberano--y que este fin es el bien supremo de él mismo y del ser universal;--digo, cuando estas cosas se entienden y se consideran, hay una dulzura divina en todas sus dispensaciones. Hay entonces una razonabilidad y amabilidad y bondad, extendida como un manto ancho de amor infinito sobre todo su carácter, obras y caminos. El alma, al contemplar tal soberanía sagrada, universal y santa, toma una sonrisa dulce de complacencia encantadora, y se siente segura, reposa en paz perfecta, rodeada y sostenida por los brazos eternos.

4. Muchos tienen concepciones ruines de la soberanía divina. Manifiestamente la conciben como si procediese totalmente de ley independiente, y de segundas causas o medios. Con frecuencia usan un lenguaje que implica eso. Dicen, "si es la voluntad de Dios, no puedes obstruirla. Si Dios ha empezado la obra, él la terminará". De hecho, su lenguaje no quiere decir nada, a menos que supongan que en la dispensación por gracia todo es milagro. Con frecuencia representan una cosa tan manifiestamente de Dios, o tan providencial, porque fue o pareció estar, tan desconectada con los medios apropiados e instrumentaciones. En otras palabras, fue bastante milagroso.

Ahora, supongo que la soberanía de Dios se manifiesta a sí misma y por medios o segundas causas e instrumentación apropiada. Dios es tanto un soberano en el reino de la naturaleza como de la gracia. Supóngase que granjeros, mecánicos y tenderos deban adoptar, en práctica, esta postura absurda de la soberanía divina de la cual estoy hablando. Pues, tendrían éxito en sus cultivos y negocios como aquellos cristianos y ministros que aplican sus posturas de soberanía a asuntos espirituales y como hacen para salvar almas.

 

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