LA VERDAD DEL EVANGELIO

 CONFERENCIAS SOBRE AVIVAMIENTOS DE RELIGIÓN

por el Rdo. CHARLES G. FINNEY

 

CONFERENCIA XXII

EL CRECIMIENTO EN LA GRACIA

 

TEXTO. &endash; Antes bien, creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. --2 Pedro 3:18.

Debo concluir este curso de conferencias para dar instrucciones a los convertidos sobre el tema de crecimiento en la gracia. Seguiré el siguiente método:

I. ¿Qué es la gracia, como el término se usa aquí?

II. Lo que significa el mandato "creced en la gracia".

III. Lo que significa.

IV. Condiciones del crecimiento en la gracia.

V. Lo que no es prueba de crecimiento en la gracia.

VI. Lo que es prueba de crecimiento en la gracia.

VII. Cómo crecer en la gracia.

I. ¿Qué es la gracia, como el término se usa aquí?

1. La gracia es favor. Con frecuencia se usa en la Biblia para significar un don gratuito. La gracia de Dios es el favor de Dios. Sus dones gratuitos.

II. Lo que significa el mandato "creced en la gracia".

1. No ordena dejar gradualmente el pecado. Pareciera extraño decirlo que algunos así lo han entendido, pero en ningún lado en la Biblia se nos ordena dejar el pecado gradualmente. Por todos lados se nos ordena dejarlo instantánea y completamente.

III. Lo que significa.

Nos ordena el deber de crecer en el favor de Dios, de crecer en su estima, en un mérito de su favor, en su amor de complacencia en nosotros.

IV. Condiciones del crecimiento en la gracia.

1. El crecimiento o aumento en cualquier cosa implica un comienzo. El crecimiento en el favor de Dios implica que ya hemos hallado favor ante sus ojos, y que ya estamos en deuda por la gracia recibida, y que ya estamos en la gracia, en el sentido de tener un lugar entre sus favorecidos.

2. Como consecuencia, el crecimiento en la gracia implica que ya nos hemos arrepentido de nuestro pecado, hemos de hecho, y en práctica, abandonado todo pecado conocido. No puede ser que estemos en el favor de Dios si estamos todavía gratificando un pecado conocido contra él. Estar en el favor de Dios implica, desde luego, que somos indultados y favorecidos por él, por la causa de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. El indulto es favor e implica la renuncia de la rebelión contra Dios. Las condiciones del favor Divino, como se revelan en la Biblia, son arrepentimiento y abandono de todo pecado conocido, y fe en nuestro Señor Jesucristo. Dije, como una condición de crecimiento en gracia, tenemos que tener el comienzo de la gracia; en otras palabras, tenemos que ser ya cristianos, tenemos que estar en un estado de aceptación de Dios, tenemos que haber aceptado a Cristo, en tanto esto se entienda, tenemos que estar en un estado de obediencia a toda la voluntad reconocida de Dios. Sin esto, no podemos estar en un estado de gracia o en el favor de Dios, pero estar en ese estado, hay lugar para crecimiento sin fin. En tanto sabemos más de Dios, podremos amarle más, tener una confianza más universal e implícita en él. Y no puede haber fin a esto mientras tengamos existencia, en este mundo o en cualquier otro. Nuestro amor y confianza pueden ser completos en tanto lo conozcamos. Este amor y confianza aseguran su favor, pero no habrá fin para nuestro conocimiento de él, y como consecuencia, hay lugar para crecimiento eterno en la gracia. Tanto más amamos, más creemos, más sabemos de Dios, si nos conformamos a todo este conocimiento y más, Dios estará complacido con nosotros, tanto más alto nos situemos en su favor, más y muchos más dones grandiosos continuará él dándonos.

3. Desde luego, el crecimiento en el conocimiento de Dios es una condición de crecimiento en su favor. Podemos crecer en conocimiento sin crecer en su favor porque puede ser que no lo amemos y no confiemos en él en concordancia con este conocimiento aumentado, pero no podemos amarlo y confiar en él más perfectamente a menos que lo conozcamos más. Si nuestro amor y fe mantienen su paso con nuestro conocimiento creciente, tenemos que crecer en su favor, pero el crecimiento en conocimiento tiene que ser una condición de crecimiento en amor y fe.

4. El crecimiento en el conocimiento de Dios, como se revela en Cristo Jesús, tiene que ser una condición de crecimiento en su favor. Es en y a través de Jesucristo que Dios se revela a sí mismo al hombre. Es en Cristo Jesús que obtenemos la verdadera idea de la personalidad del Dios infinito. De ahí, el texto dice: "creced en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador Jesucristo".

5. El crecimiento en la gracia está condicionado en el conocimiento aumentado de lo que está involucrado en la consagración completa a Dios.

La conversión verdadera a Dios comprende la consagración de nosotros mismos y de todo lo que tenemos de él en tanto entendamos lo que está comprendido en esto, pero, al principio, los convertidos no están conscientes de todo lo que está involucrado en las formas más elevadas de consagración. Pronto aprenderán que hay ciertas cosas de las que no pensaron, y que no rindieron a Dios. Al principio, quizá, todo lo que estaba en sus pensamientos era rendir su alma desnuda en el altar, y rendir todo su corazón a Dios, pero pronto aprenden que no pensaron que todas sus posesiones y todo lo querido para ellos, no lo rindieron todo, y no quedó ni una pezuña. Rindieron todo lo que pensaron en ese momento, pero no fueron iluminados plenamente. Y no pensaron, ni pudieron pensar, en ese momento, de cada apetito, pasión, propensión, de cada deseo y afecto, de todo lo que llaman suyo, y de lo que es querido para ellos, en toda la creación, para hacer una rendición completa y entrega de todas estas cosas a Dios. Para obtener ese conocimiento es una obra de tiempo, y el crecimiento en el favor de Dios está condicionado a hacer un rendimiento y consagración completos a Dios de todo lo que somos, tenemos, deseamos, amamos, tan rápido como estos objetos se presenten al pensamiento. Mientras existamos, y el conocimiento aumente, no hay duda que seremos llamados a crecer en la gracia, al consagrar a Dios cada objeto nuevo de conocimiento, deseo, y afecto, que podamos conocer, desear y amar, para toda la eternidad. En tanto reciban luz nueva, tendrán que ensanchar su consagración día con día, hora a hora, o cesarán de crecer en la gracia. Cuando se detengan y no dejen todo lo que son, lo que poseen, o lo que aman, ante el altar de consagración, en ese momento cesarán de crecer en la gracia. Oro que dejen esto que digo penetre profundamente en sus corazones.

6. Otra condición de crecimiento en la gracia es empeño y constancia intensos en buscar la luz religiosa en aumento, por la iluminación del Espíritu Santo. No ganarán ninguna luz efectiva excepto por la enseñanza y muestra internas del Espíritu Santo. Esto no se obtendrá a menos que sigan en la actitud verdadera de un discípulo de Cristo. Recuerden, él dice, "cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo". No será, por su Espíritu Santo, su maestro Divino, a menos que renuncien al yo, y vivan en un estado de consagración continua para él. Para obtener y preservar las enseñanzas de Cristo, por su Espíritu Santo, deben continua y esforzadamente orar por su enseñanza Divina y cuidar de resistirlo y lastimarlo.

7. Otra condición de crecimiento en la gracia es una conformidad constante a todas las enseñanzas del Espíritu Santo, manteniendo nuestras convicciones del deber, y con nuestro conocimiento en aumento de la voluntad de Dios.

8. Una fe cada vez más implícita en Dios es una condición de crecimiento en la gracia. Por implícita quiero decir una fe irrazonable, una confianza en el carácter de Dios tan profunda que confiamos en él en la oscuridad como también en la luz, como también cuando no entendemos las razones de sus tratos con nosotros, o sus requerimientos, como cuando hacemos. Una fe como la de Abraham, que no hizo tambalear la promesa, a través de la incredulidad, aunque lo prometido parecía irracional e imposible. Una fe implícita es una fe inquebrantable e incuestionable, un estado de mente que resistirá en Dios, en sus promesas, en su fidelidad, en su amor, cuales puedan ser las apariencias, no obstante cuánto puedan ser de irrazonables y penosos sus mandamientos y tratos providenciales. La fe de Abraham con frecuencia es elogiada en la Biblia. Dios le había prometido un hijo, pero no le dio la semilla prometida hasta que tuvo cien años, y Sara tenía 90, sin importar la edad de Sara, y que él ya casi muerto, creyera que Dios podía cumplir su promesa, y cuando había recibido a su hijo amado, con la certeza de que iba a ser su heredero, y que a través de él la promesa iba a cumplirse a través de las generaciones, Dios probó su fe severamente, al ordenarle ofrecer a su hijo Isaac como holocausto. Sin ningún titubeo obedeció, creyendo que Dios podía resucitarlo de los muertos. Hizo todos los preparativos para obedecer este mandamiento penoso, con tal calma que ni Sara y ni Isaac sospecharon que tal cosa se estuviera contemplando. Éste fue una instancia de ejercicio de fe implícita. El crecimiento en la gracia, o en el favor de Dios, está condicionado al crecimiento de confianza implícita en Él.

9. Una sensibilidad santificada más cabal es una condición de crecimiento en el favor de Dios. Por sensibilidad, quiero decir aquel departamento de nuestra naturaleza que siente, desea, y al que pertenece todo lo que llamamos deseo, afecto, emoción, sentimiento, pasión, propensión y concupiscencia. La sensibilidad es un poder involuntario, y las acciones morales y cualidades no pueden, con estricta propiedad, ser afirmadas de ella. Los estados de la sensibilidad tienen carácter moral sólo como derivan directa o indirectamente de la acción de la voluntad. La naturaleza del hombre, como un todo, en su condición depravada, está en un estado muy desagradable, y aunque la voluntad tal vez se rinda a Dios, la sensibilidad puede estar en un estado tal como para ser desagradable a la vista de uno que ve directamente en ella, y conoce perfectamente cada deseo, pasión, propensión o concupiscencia incitados. Es a través de la sensibilidad, principalmente, que somos atacados con tentaciones. Es a través de eso que la guerra cristiana es mantenida. La guerra cristiana consiste en la batalla de la voluntad con estos varios apetitos, pasiones, propensiones y concupiscencias, para mantenerlos sujetos a la voluntad de Dios. Si la voluntad mantiene su integridad, y se aferra a la voluntad de Dios, el alma no peca en su batalla con los estados incitados de la sensibilidad, pero estas propensiones rebeldes turban la voluntad en el servicio que se rinde a Dios. Para mantenerlas sometidas, ocupa mucho tiempo, pensamiento, y fuerza. De ahí, el alma no puede rendir a Dios un servicio tan completo, mientras ejerce la fuerza completa de la voluntad para subyugar estas propensiones, como de otra forma podría rendir o rendiría. Estos apetitos, pasiones y propensiones, aunque no son pecaminosos en sí mismos, han sido considerados y hablados como pecado que mora dentro. Estrictamente, no pueden ser pecados, porque son involuntarios, pero con frecuencia son un gran obstáculo para el crecimiento en el favor de Dios. "Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del Espíritu es contra la carne; y éstos se oponen entre sí, para que no hagáis lo que quisiereis". Esto quiere decir no podemos hacer por Dios lo que otra forma haríamos, porque tenemos que batallar mucho con los estados de la sensibilidad, para mantenerlos sometidos. En tanto la sensibilidad se someta más y más y esté en armonía con la devoción de la voluntad a Dios, se nos deja libre para rendir a Dios un servicio sin estorbos. Por consiguiente, tanto más cabal la santificación de la sensibilidad, más cabalmente estamos en el favor de Dios.

10. Una universalidad y minuciosidad crecientes de consagración, espíritu, alma y cuerpo, es la condición de más y más crecimiento en el favor de Dios. Es común, al principio, para la constancia de la devoción de la voluntad a Dios de ser vencida por el clamor de pasiones, apetitos y propensiones incitados, o por los diversos estados de la sensibilidad. Cuando la voluntad se rinde a estos estados incitados, se peca, pero en tales casos, el pecado no es premeditado, en el sentido de ser deliberado e intencional; es más un desliz, una negligencia, un sometimiento momentáneo bajo la presión de un sentimiento altamente incitado. Incluso así, este sometimiento es pecado. No obstante cuán incitados los estados de la sensibilidad puedan estar, si la voluntad no se somete, estrictamente no hay pecado. Sin embargo, mientras la voluntad esté firme, mantenga su consagración, su obediencia a Dios, los apetitos que se originan en el cuerpo, y las varias propensiones del alma, inherentes a la sensibilidad, pueden estar tan entreabiertas, en tal confusión, y en tal estado de desarrollo mórbido, que el alma pueda no estar apta para los empleos y disfrutes del cielo.

11. Así que, el tomar de una plenitud mayor de la naturaleza Divina es una condición de crecimiento en el favor de Dios. Tanto la voluntad como la sensibilidad de Dios tienen que estar en un estado de máxima perfección y acuerdo. Todos sus deseos y sentimientos tienen que estar en perfecta armonía con su inteligencia y voluntad. No es así con nosotros, en nuestro estado de depravación física. La depravación de la sensibilidad tiene que ser física, porque es involuntaria. Aun así, es depravación, es un estado caído de la sensibilidad. Este departamento caído de nuestra naturaleza tiene que recuperarse, santificarse o restaurarse completamente con una voluntad consagrada y una inteligencia iluminada, o nunca estaremos aptos para el cielo. Como nos volvemos más y más participantes de la naturaleza Divina, somos más plenamente santificados en espíritu, alma y cuerpo, y desde luego crecemos más y más en el favor de Dios.

12. Una plenitud mayor y más penetrante de la residencia del Espíritu Santo es otra condición de crecimiento en el favor de Dios. No pueden tenerla cabalmente impresa en ustedes que cada paso en la vida cristiana se tome bajo la influencia del Espíritu Santo. Lo que se va a obtener es la enseñanza e influencia universales del Espíritu Santo para que en todas las cosas sean guiados por el Espíritu de Dios. Si somos guiados por el Espíritu, no haremos la voluntad de los deseos de la carne. "Si vivís conforme a la carne, moriréis; mas si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis". "Porque el ocuparse de la carne es muerte, pero el ocuparse del Espíritu es vida y paz". Siempre recuerden, por tanto, que para crecer en la gracia, tienen que crecer en la posesión de la plenitud del Espíritu Santo en sus corazones.

13. Una relación más profunda con el Señor Jesucristo en toda su obra y relaciones oficiales es una condición de crecimiento en la gracia. Su naturaleza, obra, y relaciones son el tema de la Biblia. La Biblia lo presenta a nosotros en una gran variedad de relaciones. En mi Teología Sistemática he considerado como sesenta o más de estas relaciones oficiales de Cristo a la raza humana, y éstas se presentan más bien como muestras e ilustraciones en vez de cubrir todo el ámbito de relaciones con nosotros. Ahora, una cosa es conocer a Cristo simplemente en papel, y como se habla de él en la Biblia, al leer u oír de Cristo, y muy diferente conocerle personalmente en estas relaciones. La Biblia es el medio de presentarlo a él personalmente. Lo que está ahí dicho de él está diseñado para guiarnos a buscar una relación personal con él que somos hechos como él. Es por correspondencia personal e individual con su mente Divina que tomamos su imagen. "Nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor". "La fe es por el oír". La fe asegura por nosotros esta manifestación personal de Cristo a las almas. El crecimiento de ustedes de la gracia dependerá de eso. No piensen en dejar personalmente de conocer a Cristo, no sólo en todas estas relaciones, sino en la plenitud de estas relaciones. No pasen por alto el hecho que la apropiación de Cristo, en cada una de estas relaciones, es un acto personal de fe. Es un ponerse a Cristo, un tomar de él como suyo, en cada relación, como la sabiduría, rectitud, santificación, y redención suyas; el profeta suyo, para enseñarles, el rey suyo, para gobernarlos, el sumo sacerdote suyo, para expiarlos, el mediador suyo, el abogado suyo, la fortaleza suya, el Salvador suyo, el refugio suyo, el fuerte suyo, el capitán y líder suyos, el escudo suyo, la defensa suya, el gran galardón suyo. En cada relación de éstas, y en las otras relaciones oficiales, necesitan apropiarse de él por fe para asegurar su interacción con él en estas relaciones. El crecer en una relación con él, recuerden, es una condición indispensable de crecimiento en su favor.

V. Voy a indicar algunas cosas que no son prueba de crecimiento en la gracia.

1. El crecimiento en conocimiento no es evidencia concluyente de crecimiento en la gracia. Algo de grado de conocimiento es indispensable para estar en el favor de Dios; y el crecimiento en conocimiento, como he mostrado, es una condición de crecimiento en la gracia, pero el conocimiento no es gracia, y el crecimiento en conocimiento no constituye crecimiento en la gracia. Una persona puede crecer en conocimiento, y no tener gracia para nada. En el infierno no pueden crecer más que en conocimiento, como crecen en experiencia, y en conocimiento de la justicia de Dios, pero ahí, su crecimiento en conocimiento sólo agrava la culpa y miseria del infierno. Saben más y más de Dios y su ley, y su propia culpa, y tanto más sepan, más miserables serán. De su conocimiento en aumento nunca aprenden piedad.

2. No es evidencia segura que un individuo crezca en la gracia porque crece en dones.

Un profesante de religión puede aumentar en dones para que pueda volverse más fluido en oración, y más elocuente en predicar, o más patético en exhortación sin ser más santo. Naturalmente aumentamos en eso en tanto nos ejercitamos. Y cualquier persona con frecuencia ejercita exhortación, naturalmente, si hace algún esfuerzo, o se dispone, aumentar en fluidez y sagacidad, pero puede hacer todo eso, y sin embargo no tiene gracia para nada. Puede orar muy comprometidamente y aumentar en fluidez y expresión aparente, y sin embargo no tiene gracia. La gente que así a menudo no tiene gracia. Es cierto, si tiene gracia, y se ejercita él mismo en estas cosas, en tanto crece en la gracia, crecerá en dones. Ninguna persona puede ejercitarse a sí misma en obedecer a Dios sin mejorar en estos ejercicios. Si no mejora en dones, es una señal cierta que no crece en la gracia; por otro lado, es evidencia segura que crece en la gracia porque mejora ciertos ejercicios, pues naturalmente mejorará por práctica si es cristiano o hipócrita.

3. No es prueba que una persona crece en la gracia porque cree que está haciéndolo. Uno puede estar favorablemente impresionado en cuanto a su propio progreso en religión cuando es evidente para otros que no está haciendo ningún progreso, sino está, de hecho, declinando. Un individuo que está yendo de mal en peor no está ordinariamente consciente del hecho. No es poco común para ambos pecadores impenitentes y cristianos pensar que están creciendo cada vez mejor, cuando no lo están haciendo. Esto resulta de la misma naturaleza del caso. Si alguna persona está empeorando, su conciencia, por el momento, estará más y más cauterizada, y su mente más y más en tinieblas, como suprime la conciencia y resiste la luz. Entonces puede creer que está creciendo cada vez mejor, sólo porque tiene menos sentido del pecado, y mientras su conciencia siga durmiendo, puede seguir bajo el engaño fatal. Un hombre juzgará su propio estado espiritual en tanto se compare a sí mismo con un patrón elevado o bajo. Si mantiene a Cristo delante de él, en su plenitud, como su modelo, sin duda siempre, por lo menos en este estado de existencia, tendrás más que una baja estima de sus logros. Mientras al mismo tiempo, pone a la iglesia, o cualquiera de los miembros de la iglesia como patrón, muy probable formará alta estima de su progreso en religión, y estará muy satisfecho de sí mismo. Ésta es la razón por la que hay tal diferencia en las posturas de la gente de su propio estado y del estado de la iglesia. Se comparan a sí mismos y el estado de la iglesia con diferentes modelos. De ahí, uno toma una postura muy humilde de su propio estado, y se queja de aquél de la iglesia; otro cree que esas quejas son censuradoras. Para él, la iglesia parece estar bien. La razón por la que no cree que la iglesia sea muy fría, y que está en un estado bajo, es que Cristo no es su modelo de comparación. Si un hombre cierra sus ojos, no verá la impureza en él, y puede creer que está limpio, mientras que todo su alrededor le parece repugnante.

VI. Lo que es prueba de crecimiento en la gracia.

1. La manifestación de confianza más universal e implícita en Dios es una evidencia de crecimiento en la gracia. El ejercicio de mayor y más confianza implícita, como he dicho, es la condición de crecer en el favor de Dios. Aquí, digo, que la manifestación de esta confianza universal e implícita es prueba que existe esta confianza creciente, y por tanto, es evidencia satisfactoria de crecimiento en el favor de Dios. Si están conscientes en su alma que ejercen más confianza universal e implícita en Dios, esto es prueba concluyente para ustedes que están creciendo en la gracia, y como se manifiesta en su vida, temperamento y espíritu, esta confianza en crecimiento, prueba a ustedes a mismos y otros que están creciendo en el favor de Dios, pues en tanto crezcan en confianza implícita en él, ustedes tienen que crecer en su favor.

2. Otra evidencia de crecimiento en la gracia es una separación en aumento del mundo. La voluntad puede estar en una actitud de devoción a Dios, mientras los encantos seductores del mundo turban la acción saludable de la vida cristiana. Toda el alma que se crucifica y muere al mundo, crece en el favor de Dios.

3. Una evidencia de crecimiento en la gracia es menos renuencia de sentimiento cuando se llama al ejercicio de la negación de uno mismo. Muestra que los sentimientos se están volviendo cada vez menos despóticos, que la voluntad está obteniendo más dominio de ellos, que la sensibilidad está más en armonía con la devoción de la voluntad, y los dictados de la inteligencia.

4. Otra evidencia de crecimiento en la gracia es menos tentación para pecados de omisión. Por ejemplo, menos tentación para rehuir la cruz, para descuidar deberes poco agradables, menos tentación a la indolencia, menos tentación para esquivar la responsabilidad, menos tentación para descuidar la oración, leer las escrituras, devociones privadas y familiares; en suma, es evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos tentación para eludir el cumplimiento de cualquier deber. Estas tentaciones consisten en estados incitados de la sensibilidad. En tanto éstos se hacen menos fuertes y frecuentes, aprendemos que nuestra sensibilidad se está volviendo más completamente subyugada a la ley de la inteligencia, y las decisiones de la voluntad, y consecuentemente, que la obra de la santificación del espíritu, alma y cuerpo, está progresando, y por tanto, estamos creciendo en el favor de Dios.

5. Una intensidad y estabilidad crecientes de fervor en promover la causa de Dios es evidencia de crecimiento en gracia en el favor de Dios. A veces el fervor cristiano es comparativamente tranquilo, y otras veces profundo e intenso, a veces estable, y otras veces intermitente y fugaz. En tanto los cristianos crezcan en piedad, su fervor se vuelve profundo, intenso y estable, y en tanto estén conscientes de eso, y su vida y espíritu den evidencia de ello a otros, tienen y dan prueba que están creciendo en el favor de Dios.

6. Perder más y más la conciencia del yo, y respeto al yo, en cada acción de la vida, es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios. Algunos tienen tanta conciencia del yo en todo, y tanto respeto al yo en todo lo que dicen y hacen, como para ser turbados en su vida cristiana, cuando intentan actuar o hablar en la presencia de otros. En tanto pierden está consideración al yo, y tienen menos respeto al yo, su servicio a Dios se vuelve más libre sin obstáculos, y son mejores siervos por pensar menos del yo. A veces los recién convertidos no pueden orar o hablar, o realizar cualquier deber público, sin estar orgullosos o avergonzados, como piensan ellos mismos por haber realizado esos deberes con más o menos aceptación de aquellos alrededor de ellos. Mientras esto sea así, su piedad está en un estado débil. Deben perder de vista su propia gloria, y tener la mirada en la gloria de Dios, para encontrar aceptación en él, pero mientras pierden la vista en el yo, y se fijan en Dios siempre delante de ellos, teniendo sólo la vista para su gloria, crecen más y más en su favor.

7. Consecuentemente, un desinterés a los halagos o censuras de los hombres es una evidencia de crecimiento en la gracia. Pablo había crecido tanto en la gracia que consideraba algo trivial ser juzgado por hombres, sólo buscaba ser acepto ante Dios. En tanto se encuentren creciendo en ese estado de indiferencia a los halagos o censuras de los hombres, tienen evidencia que crecen en la gracia.

8. Una cordialidad creciente en la aceptación de toda la voluntad de Dios es evidencia de crecimiento en su favor. Algunos se rebelan contra su voluntad como se revela en su palabra, y en su providencia. Otros, bajo las circunstancias difíciles apenas tolerarán su voluntad, como se revela en su palabra y providencia, pero aquellos que están creciendo en la gracia, encuentran natural abrazar toda su voluntad revelada con cordialidad cada vez mayor.

9. Es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios la calma y quietud en aumento bajo grandes aflicciones. Esto demuestra una fe más amplia e implícita, una aceptación más plena y cordial de la voluntad de Dios, como se revela en estas aflicciones, y muestra que el alma está más quieta y firme anclada sobre su roca, Cristo.

10. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una tranquilidad en aumento bajo desastres y pérdidas repentinas y aplastantes. Tanto más tranquila el alma pueda permanecer, cuando las tormentas repentinas de la providencia lleguen sobre ella, arrasando a los seres queridos, echando abajo las esperanzas terrenales, mayor es su demostración de estar bajo el favor particular de Dios. Esta tranquilidad es el resultado de la demostración del favor de Dios.

11. Una evidencia del favor de Dios es paciencia creciente bajo provocación.

12. Longanimidad con gozo es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios. Cuando encuentran que no sólo pueden tolerar, sino aceptar la voluntad de Dios, como se revela en llamarlos a sufrir, especialmente, cuando aceptan esos sufrimientos, y los soportan con gozo, tienen evidencia que están creciendo en el favor de Dios.

13. Es evidencia de crecimiento en el favor de Dios el gozo y la cordialidad en aumento bajo pruebas, desánimos, y dolor severo.

14. Es una evidencia de crecimiento en el favor de Dios una indiferencia en aumento a todo lo que el mundo tiene que ofrecer o amenazar.

15. Es una evidencia de crecimiento en la gracia el reposo y la satisfacción en aumento con los repartimientos de la providencia.

16. Es evidencia de crecimiento en la gracia menos tentación para murmurar o quejarse ante cualquier asignación de la providencia.

17. Es evidencia de crecimiento en la gracia menos tentación para inquietarnos cuando somos probados o desanimados en cualquier aspecto.

18. Cada vez menos tentación al resentimiento y al espíritu de venganza, cuando somos insultados o se aprovechan de nosotros, es evidencia que la sensibilidad se está volviendo cada vez más plenamente sometida, y como consecuencia, estamos creciendo en el favor de Dios.

19. Menos tentación para preocuparse o aumentar nuestras pruebas y problemas, pensar en ellas, y hablar de ellas a los otros es evidencia que pensamos cada vez menos en el yo, y aceptamos nuestras pruebas y problemas con cada vez más complacencia en Dios. Es triste oír que algunas buenas personas declaradas se preocupan y aumentan sus pruebas y problemas, pero si crecen en la gracia, pensarán cada vez menos en ellas, estarán más inclinadas a pensar en ellas como tribulaciones leves. Tanto más crezcamos en la gracia, menos énfasis en los males que nos encontremos en el camino. Una vez me dijo un buen hombre, que realmente estaba pasando por lo que el mundo llamaría pruebas y aflicciones severas (acababa de perder a su amada esposa, y sus hijos habían muerto uno tras otro), "he tenido muchas misericordias, y pocas aflicciones". Cuando bajo tales circunstancias un hombre puede decir: "las cuerdas me cayeron en lugares deleitosos, y es hermosa la heredad que me ha tocado", tiene la evidencia más satisfactoria que está creciendo en el favor de Dios.

20. Es evidencia que estamos creciendo en el favor de Dios una disposición en aumento para hacer ligeras nuestras pruebas y aumentar nuestras bendiciones.

21. Es evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos ansiedad y cuidado sobre los eventos de la providencia, y especialmente sobre las cosas que nos afectan profundamente. Ésta es una evidencia de fe más amplia e implícita, de más voluntad sumisa, y de una tendencia decreciente al egoísmo, y es, por tanto, una evidencia de favor en aumento con Dios.

22. Es una evidencia de crecimiento en la gracia el estar cada vez menos perturbados y preocupados por los eventos de la vida, especialmente aquellos que van a contrarrestar nuestros planes, esperanzas, expectativas y deseos, y que frustran nuestras metas más queridas.

23. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una confianza que se da cuenta, y está en aumento, en la sabiduría, benevolencia, universalidad de la providencia de Dios, un estado de mente que ve a Dios en todo. Algunas mentes se vuelven tan espirituales que difícilmente parecen residir en el cuerpo, y parecen continuamente que perciben la presencia de Dios en cada evento, casi como si fueran incorpóreos, y contemplaran a Dios, cara a cara. Parecen morar, vivir, moverse, y tener su ser, más bien en el mundo espiritual que en el mundo natural. Continuamente están bajo un sentido de presencia, agencia, y protección Divinas, que apenas parecen habitantes de la tierra. Son una vida y caminar misteriosos para aquellos con quienes ellos habitan. Las fuentes de su actividad son tan divinas, que no pueden ser juzgados por los mismos patrones como a otros hombres. Las mentes carnales no los pueden entender. Su vida oculta es tan desconocida, y tan difícil de conocer, para aquellos que están muy por debajo de ellos en su vida espiritual, que necesariamente son considerados como excéntricos, como místicos o monomaníacos, y como que tienen posturas religiosas muy peculiares, como ser entusiastas y quizá fanáticos. Estas personas están en el mundo, pero viven por encima del mundo. Se han escapado tanto de las contaminaciones que hay en el mundo, que verdaderamente, y comprensiblemente, dicen con Pablo en Gá. 6:15, "mas lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por el cual el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo". Tales personas evidentemente están creciendo en la gracia de Dios.

24. Una evidencia de crecimiento en la gracia es estar cada vez menos dispuesto a poner atención a las faltas y locuras de otros.

25. Estar cada vez menos dispuesto a hablar sarcástica o severamente, o juzgar sin amor otros. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una delicadeza o ternura para hablar de sus faltas reales o supuestas, a sus espaldas.

26. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una renuencia en aumento para considerar o tratar a otros como enemigos, y una tranquilidad y naturalidad en tratarlos amablemente, en orar por ellos de corazón, y en esfuerzos para hacerles el bien.

27. Es una evidencia de crecimiento en la gracia cada vez menos tentación para recordar una herida, y el aplacamiento de todo deseo de venganza cuando se nos lastimó.

28. Es una evidencia de crecimiento en la gracia una disposición y cordialidad en aumento para perdonar y enterrar una herida, y un tipo de incapacidad moral de hacer lo opuesto que buscar el bien supremo de aquellos que nos han lastimado muy profundamente.

29. Cuando encontramos en nuestra propia experiencia, y manifestamos a otros, que es más y más natural considerar a todos los hombres nuestros hermanos, especialmente para quitar esa postura de discriminaciones sectarianas, todas las ideas y prejuicios de casta, color, pobreza y riqueza, relación consanguínea, y natural, en vez de lazos espirituales, y tener sentido común con Dios en tener en la mira a hacer el bien a todos los hombres, a nuestros enemigos y amigos, hemos entonces dado a nosotros mismos, y a otros, la evidencia más elevada de nuestro crecimiento en el favor de Dios.

30. Especialmente es cierto que tenemos evidencia de crecimiento en la gracia cuando nos encontramos muy cordiales e incondicionales en hacer grandes sacrificios para aquellos que nos odian, y tener la disposición de dar nuestras vidas para promover la salvación eterna.

31. Aún más especialmente cuando nos encontramos cada vez menos inclinados a considerar cualquier cosa un sacrificio que podamos hacer por Dios, o las almas de los hombres; cuando podemos considerar que nuestras vidas no son valiosas para nosotros si se nos llama a darlas para salvar las almas de los hombres, cuando por el gozo de salvarlos sufrimos la cruz menospreciando el oprobio, o cualquier sacrificio que hagamos, tenemos evidencia que estamos creciendo en la gracia.

32. De nuevo, cuando nos encontramos más y más inclinados a tener sumo gozo cuando nos hallamos en diversas pruebas, y cuando estamos dispuestos a ver las pruebas, aflicciones, pérdidas, tribulaciones, en una luz tal para poner cada vez menos énfasis en ellas, tenemos evidencia que estamos creciendo en paciencia, y por tanto, en el favor de Dios,

33. Cuando encontramos cada vez menos renuencia a hacer confesión a aquellos quienes hemos lastimado, cuando con la disposición y cordialidad en aumento abrimos nuestro corazón para ser escudriñado, compungidos por haber hecho mal, y cuando en casos dolorosos, no hallamos reposo, hemos hecho la confesión y reparación más plena a nuestro alcance, cuando admitimos, y confesamos, y hacemos la satisfacción más plena, es un lujo para nosotros, en vez de una prueba y cruz, tenemos evidencia que estamos creciendo en el favor de Dios.

34. Cuando estamos más y más impresionados y afectados por las misericordias de Dios, y por las bondades de nuestro prójimo y aquellos alrededor de nosotros, cuando apreciamos más profunda y cabalmente las manifestaciones de bondad en Dios, o cualquier otra cosa, cuando somos más humildes y afectados por estas bondades, y encontramos que es cada vez más natural para hacer justicia, amar misericordia, humillarnos y vivir agradecidamente, tenemos evidencia que estamos creciendo en el favor de Dios.

35. Cuando nos encontramos atraídos con sinceridad en aumento para continuar para conocer más y más al Señor, tenemos evidencia de crecimiento en la gracia.

36. Cuando nos encontramos más y más inmediatamente impresionados, afectados, vivificados y estimulados por la verdad religiosa, y cuando encontramos una armonía en aumento en la acción de todos nuestros poderes, intelectuales voluntarios, y sensitivos, en aceptar, resistir en, toda la voluntad y providencia de Dios, no obstante cuán afligidos se pueda estar al momento, tenemos evidencia que estamos creciendo en la gracia.

37. Un celo en aumento por el honor de Dios, por la pureza y el honor de la iglesia, por los derechos de Dios y los derechos de los hombres, es una evidencia de crecimiento en conformidad a Dios, y por supuesto, de crecimiento en su favor.

VII. Cómo crecer en la gracia.

1. Cumplir las condiciones observadas en la cuarta sección en esta conferencia. No necesito repetirlas.

2. Recordar que cada parada del progreso tiene que hacerse por fe y no por obras. El error que algunos hombres buenos han cometido sobre este tema es realmente sorprendente. El doctor Chalmers afirma que la forma de ser santificado es trabajar para eso. Hace unos años, el doctor Pond publicó un panfleto, en el que tocó este tema, con el doctor Chalmers, y afirmó que la idea de estar santificado por fe era absurdo. En efecto, la costumbre ha sido casi universal de representar el crecimiento en la gracia que consiste en la formación de hábitos de obediencia a Dios. Ahora, es bastante sorprendente que muchos hombres buenos hayan caído en este error. El hecho es que cada paso del progreso en la vida cristiana se toma por una fresca y plena apropiación de Cristo por fe, un pleno bautismo del Espíritu Santo. En tanto nuestras debilidades, enfermedades, pecados dominantes, y necesidades, son revelados a nosotros, por las circunstancias de la tentación por las que pasamos, nuestra única ayuda eficiente se encuentra en Cristo, y crecemos sólo en tanto paso a paso nos apropiamos más de él, en una relación o en otra, y más plenamente "nos lo ponemos". Mientras más y más nos vaciamos de la dependencia de uno mismo, mientras más y más renunciamos y desechamos toda expectativa de formar hábitos santos por cualquier obediencia a otros, y mientras por fe aseguramos bautismos cada vez más profundos del Espíritu Santo, y nos vestimos del Señor Jesucristo más y más cabalmente, y más de sus relaciones oficiales, por tanto mucho más rápido crecemos en el favor de Dios. Nada puede ser más equívoco y peligroso que la idea comúnmente recibida de crecer en la gracia por la formación de hábitos religiosos. Por hechos de la fe sola, nos apropiamos de Cristo, y somos tan verdaderamente santificados por la fe como somos justificados por la fe. En mi Teología Sistemática, al señalar las condiciones de santificación completa o permanente, he observado como sesenta relaciones oficiales de Cristo, como dije anteriormente, y ahí he insistido, como lo hago aquí, que el crecimiento en santidad, y por consiguiente, en el favor de Dios, se asegura sólo por las apropiaciones frescas, más plenas y más cabales de Cristo, en todas estas relaciones oficiales. Si van a crecer en la gracia, tienen que hacerlo mediante la fe. Tienen que orar en fe por el Espíritu Santo. Tienen que apropiarse y ponerse a Cristo mediante el Espíritu Santo. Por cada paso adelante en su progreso, tienen que tener una unción fresca del Espíritu Santo por fe.

 

OBSERVACIONES

1. En este tema, vemos la vasta importancia de instruir correctamente a recién convertidos. En muchos casos, tienen muy poca instrucción apta para su experiencia y grado de inteligencia cristiana. Por algunos, tales posturas son tomadas de la Perseverancia de los Santos, que supone que los bebés en Cristo crecerán sin amamantarse, sin esa leche sincera de la palabra, por medio de la cual tienen que crecer. Algunos, dando por sentado que necesitan instrucción, inadvertidamente les dan instrucción falsa, los ponen a trabajar externa y fervorosamente, sin tener mucha consideración en fortalecer y desarrollar su vida interna. No les enseñan cómo apropiar y vivir en Cristo como su vida, sino les presionan continuamente para cumplir su deber, trabajar para Dios, y trabajar por las almas, sin suficientemente hacer la impresión en ellos de la idea que su hacer no es considerado, a menos que proceda de la vida de Dios en sus almas. El resultado es una actividad externa apresurada, mientras la vida espiritual interna está decayendo. Esto tiene que terminar en repulsión en la carencia del corazón de uno, y un retroceso hacia apatía y descuido.

2. A veces se comete un error en la dirección opuesta. Se les enseña a descansar en Cristo, en un sentido tal como para tomar un tipo de quietud y actividad antinomiana. Se les exhorta a ejercitar la fe, pero no son impresionados sinceramente con la convicción que tiene que ser en la fe que obra y que obra por amor, que purifica el corazón, y que vence al mundo. El resultado es que no hacen nada en religión. A los pecadores se les permite dormir e irse al infierno, a su alrededor, sin hacer ningún esfuerzo para salvarlos.

3. Vemos la importancia de un ministerio ungido del Espíritu Santo. La gran carencia de la iglesia es un ministerio tan cabalmente ungido por el Espíritu Santo para saber cómo guiar a la iglesia hacia adelante y hacia arriba, al desarrollo más pleno de piedad cristiana. A fin de instruir a los convertidos, y mantener la iglesia progresando en santidad, el ministro tiene él mismo que progresar. Tiene que ser un verdadero cristiano viviente en progreso. Tengo buena razón para saber que las iglesias en muchos lugares están profundamente dolidas por la falta de vivir la piedad y crecimiento en sus ministros. Sus ministros son intelectuales, literatos, filosóficos, teológicos, en su enseñanza, pero tristemente deficientes en unción. Tienen muy poco poder con Dios y el hombre. Instruyen el intelecto hasta cierto punto, pero no cubren las carencias del corazón. Los convertidos se mueren de hambre bajo su predicación. Predican un evangelio intelectual en vez de un evangelio espiritual. Predican la religión como una teoría, una doctrina, una filosofía, y no como una experiencia real viviente. Es a menudo excesivamente doloroso oír a ministros predicar que manifiestamente no saben lo que dicen o lo que afirman. Hablan de religión como un sentimiento interior, en vez de devoción de corazón a Dios; como una emoción, un sentimiento, en vez de un amor que lo abarca todo y que es eficiente, un estado y actitud voluntarias de mente, del cual necesariamente procede una vida santa. Hablan de fe como un estado meramente intelectual o de convicción, y no como un acto de confianza, de compromiso de todo el ser, para hacer y sufrir toda la voluntad de Dios. Hablan del arrepentimiento como un estado involuntario de tristeza por el pecado. No enseñan que el arrepentimiento es un cambio de parecer hacia Dios, una renuncia de un espíritu egoísta, un volver de toda la mente a Dios. Hablan de santidad como si fuera un estado completamente inalcanzable en esta vida. En efecto, lo digo con tristeza, pero tengo que decirlo, las enseñanzas de muchos ministros son más que una piedra de tropiezo para la iglesia. Bajo esa instrucción los convertidos no pueden establecerse y no se establecen en la gracia para ser grandemente utilizados, o para vivir vidas que sean honorables a Cristo. Sólo piensen en el siglo XIX, los ministros predican a los convertidos que tienen que crecer en la gracia por obras. ¡Sean el cielo y la tierra sorprendidos ante eso! Tales maestros no saben ellos mismos cómo crecer en la gracia. Se me considerará duro si digo: "son ciegos guías de ciegos".

4. Vemos la razón de tanta apostasía. Los convertidos desde luego se alejan que son guiados por la instrucción falsa. Si, por otro lado, son puestos a trabajar la santificación por obras, sus obras pronto serán obras muertas, y no será el resultado de esa fe que obra por amor. Si, por otro lado, son atiborrados de nociones y doctrinas abstractas, y se les enseña a descansar en una fe antoniniana, se hundirán en letargo e inactividad. Creo totalmente que en casi todos los casos donde ha habido una reacción desastrosa luego de un avivamiento, se debe a la carencia de instrucción puntual y apropiada, pero para ser puntual y apropiada, debe ser instrucción ungida.

5. Los seminarios teológicos necesitan poner vastamente más atención al crecimiento de la gracia de sus estudiantes. Necesitan a un profesor de religión experimental, que tenga experiencia y poder suficientes para presionar hacia regiones más elevadas de la experiencia cristiana que son esenciales para poder guiar a la iglesia en victoria. Es sorprendente ver cuán poco esfuerzo se hace para cultivar el corazón de los jóvenes que estudian para el ministerio. Tenemos que tener un cambio en este respecto. Un patrón más elevado de experiencia cristiana tiene que ser requerido como condición para ordenarse. Es doloroso ver cuán cuidadosamente los hombres serán examinados en cuanto a sus logros intelectuales, mientras los recuentos que dan de su experiencia cristiana apenas nos permiten esperar que hayan sido convertidos. Qué triste es poner a tales jóvenes para que alimenten a la iglesia de Dios. Cómo se lamentan los cristianos de tiempo cuando ven a los dirigentes nombrados en la iglesia de Dios que son bebés espirituales.

6. Nunca he estado presente en la examinación de un candidato para ordenarse donde más que una simple evidencia de conversión fuera requerida de él. Nunca los he escuchado preguntar referente a su progreso en la experiencia cristiana y referente a su habilidad espiritual de guiar al rebaño de Dios a delicados pastos y aguas de reposo. Nunca he oído que se les pregunte en una manera que manifieste la más mínima concepción de lo que son las cualidades espirituales indispensables de un hombre que va a ser dirigente e instructor espiritual de la iglesia de Dios. Más horas son utilizadas en determinar los logros intelectuales de un candidato que minutos para determinar sus logros espirituales y experimentales. Toda la examinación plenamente indica que el cuerpo que ordena pone muy poco énfasis en esta parte de la educación de un ministro. Es de maravillarse que la iglesia de Dios sea tan débil e ineficiente, mientras sus dirigentes y maestros son, muchos de ellos, simples niños en conocimiento espiritual, mientras la experiencia cristiana madura no es parte de la educación indispensable de un ministro. Pues, esto es infinitamente mucho más peligroso y ridículo que confiarles para dirigir un ejército en el campo, mientras meramente entienden matemáticas, y nunca han tenido ninguna experiencia o adiestramiento en asuntos militares.

En este respecto, también, tiene que haber un gran cambio. Las iglesias deben rehusar ordenar y recibir pastores, a menos que hayan plenamente mostrado su progreso en la experiencia cristiana para que sean capaces de dirigir y mantener a la iglesia despierta.

Deben insistir en la educación de su corazón como también en la de su cabeza, en la habilidad de tomar a recién convertidos, y conducirlos hacia esas experiencias profundas que los harán obreros estables y eficientes en la causa de Dios. Piensen en los seminarios teológicos como aquellos que han presidido el doctor Chalmers y el doctor Pond, donde los dirigentes de la iglesia de Dios son enseñados que la santificación o el crecimiento en la gracia se obtiene por obras y no por fe. No lo anuncien en Gat. Ay de Sion, cuando sus hombres grandes y buenos caigan en tales errores.

FIN

 

 

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