LA VERDAD DEL EVANGELIO

LA VIDA CRISTIANA PRÁCTICA

Por Charles G. Finney 

"Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto" --Mateo 5:48.

La Iglesia no está santificada, y debemos saber por qué. Si el defecto está en Dios, debemos saberlo, si no ha provisto una revelación suficiente o si el poder del Espíritu Santo no es el adecuado para santificar a su pueblo. Debemos entenderlo para que no nos confundamos con intentos vanos, pero si la falta está en nosotros, debemos saberlo, a menos que culpemos a Dios neciamente por imaginar que nos ha requerido lo que no podemos lograr.

LA RELIGIÓN DE OBRAS

La primera razón general para la gente que no es santificada es que ellos buscan la santificación por obras y no por fe. La religión de obras asume gran variedad de formas y es interesante ver las formas cambiantes que toma.

Una forma es donde los hombres tratan de considerar injusta su condenación. No importa si piensan que son cristianos o no, si están tratando de vivir para que sea injusto para Dios enviarlos al infierno. Ésta era la religión de los fariseos. Y hay muchos hoy cuya religión es puramente de este carácter. Con frecuencia los encontrarán listos para confesar que nunca han nacido de nuevo, pero hablan de sus propias obras de una manera que sea obvio que piensan que son muy buenos para ser condenados.

Mucha gente está buscando por sus obras recomendarse ellos mismos a la misericordia de Dios. Ahora saben que merecen ser condenados y lo merecerán por siempre, pero también saben que Dios es misericordioso, y creen que si viven vidas honestas y hacen cosas para los pobres, Dios perdonará sus pecados y los salvará.

Esa es la religión de los moralistas más modernos. Viviendo bajo el evangelio, saben que no pueden ser salvos por obras. Sin embargo, creen que si van a la iglesia y ayudan a apoyar al ministro, esto los recomendará a la misericordia de Dios. Entiendo que éste es el sistema de religión sostenido por los unitarios modernos. Si lo entienden o lo admiten, a eso llegan. Ponen a un lado la expiación de Cristo y no esperan ser salvos por la justicia de él. Parecen tener un sentimiento de religión. Con su moralidad y liberalidad, dependen de la misericordia de Dios. Sobre esta base esperan recibir el perdón de sus pecados.

Otra forma de religión de obras es cuando la gente trata de prepararse ella misma para aceptar a Cristo. Entienden que la salvación es sólo a través de Jesucristo, y saben que no pueden ser salvos por obras o por la misericordia general de Dios, pero han oído que otros pasaron por un proceso largo de angustia antes de rendirse a Cristo y encontraron paz al creer. Piensan que un cierto proceso preparatorio es necesario y tienen que orar y corren aquí y allá para asistir a reuniones. Se desvelan y sufren mucha angustia, quizá caen en desesperación. Entonces, sienten que están listos para aceptar a Cristo.

Ésta es la situación de los pecadores acusados. Cuando son despertados y encuentran que no pueden salvarse por obras, ellos entonces se preparan para recibir a Cristo. Quizá algunos de ustedes sean así. No se atrevan a ir a Cristo como están. Han orado poco, asistido a pocas reuniones, y sienten poca angustia. En vez de ir a Cristo y arrojarse sin reserva en su mano, azotan su mente para más condenación y angustia a fin de prepararse para aceptarlo.

Suponga que un individuo concibió eso como la manera de volverse santo. Todo cristiano puede ver que esto es absurdo. Sin embargo, puede multiplicar tales obras, no está empezando a acercarse a la santidad. El primer acto de santidad es creer--agarrarse de Cristo por fe. Si un cristiano siente la necesidad de santidad y trata de pasar por un proceso preparatorio de angustia auto-creada antes de ir a Cristo, es tan absurdo como un pecador despierto para hacerlo.

TRABAJANDO PARA CREAR SANTIDAD

Muchas personas realizan obras para crear fe y amor. Los suponemos haber llegado a Cristo, pero habiendo apostatado se preparan para realizar obras para concebir fe y amor, o concebir y perfeccionar un estado correcto de sentimiento. Ésta es la forma más común y sutil en las que la religión de obras se muestra hoy.

Éste es un intento absurdo de producir santidad por el pecado. Si los sentimientos no son los correctos, el acto es pecado, pero la gente cree que puede crear santidad por puramente una conducta pecaminosa. Cualquier acto que no brota del amor es pecaminoso. El individuo actúa no del impulso de fe que obra por amor y purifica el corazón, sino actúa sin fe y amor, con un diseño de concebir aquellos afectos por acciones.

Cuando la fe y el amor existen y están impulsando los motivos para la acción, llevarlos a cabo en acción tiene una tendencia para aumentarlos. Esto surge de las leyes conocidas de la mente, por la que cada poder y facultad gana fuerza por ejercicio, pero estos individuos han dejado su primer amor, si tuvieron alguno. Entonces se disponen, sin fe y amor, a apresurarse a hacer cosas.

Cuán absurdo es pensar sobre despertar la fe en el alma donde no existe al realizar actos externos por algún otro motivo. Es burlarse de Dios. Pretender servir a Dios de tal forma lastima al Espíritu Santo e insulta Dios.

En cuanto a la filosofía se refiere, es similar a la conducta de los pecadores acusados, pero hay una diferencia: el pecador, pese a toda su maldad, puede eventualmente ver su propia impotencia y renunciar a todas sus obras. Puede sentir que su rechazo continuo de ir a Cristo es sólo acumular pecados contra Dios, pero es diferente para aquellos que creen ser cristianos.

Muchas personas que abundan en actos religiosos son con frecuencia los más endurecidos y removidos de sentimiento espiritual. Si realizar deberes religiosos fuese la manera de producir sentimiento cristiano correcto, debemos esperar que los ministros y dirigentes sean los más espirituales, pero donde la fe y el amor no están en ejercicio, la gente se vuelve dura, fría, y llena de iniquidad en sus actos externos. Sin alguna vida espiritual, se vuelven más duros y estúpidos. O si se entusiasman espiritualmente de esa forma, es un estado superficial de la mente que no tiene nada de santo en él.

Otra razón por la cual mucha gente no es santa es ésta: No reciben a Cristo en todas sus funciones como se ofrece en el evangelio. Mucha gente se equivoca aquí completamente. Nunca saldrán adelante hasta que aprendan que hay un error radical en la manera en la que intentan obtener santidad.

Supongan que una persona es acusada de pecado. Ve que Dios puede en justicia enviarlo al infierno, y que no tiene salida. Ahora díganle de la expiación de Cristo, Muéstrenle cómo murió para que Dios pueda ser justo y a la vez el justificador de ellos que creen en Jesús. Lo ve ser exactamente lo que necesita y en fe se arroja él mismo a Jesús para justificación. Lo acepta como su justificación, y eso es en tanto entiende el evangelio. Cree que es justificado y siente el indulto de su pecado.

Ahora, aquí es la actitud en la que el pecador más acusado se detiene. Ve a Cristo como Salvador, la propiciación de sus pecados, para hacer la expiación y procurar el perdón--y ahí se detiene. Luego de eso, con frecuencia es excesivamente difícil obtener su atención a lo que Jesús ofrece. Digan lo que quieran en cuanto a Cristo como la sabiduría, justicia, santificación del creyente y todas las funciones de Cristo como un Salvador del pecado--no siente que lo necesita en estas relaciones.

RINDIENDO SU TRONO

El convertido siente paz con Dios. El gozo y la gratitud llenan su corazón y se regocija en haber encontrado un Salvador que estará entre él y su Juez. Puede haberse rendido realmente, y por un tiempo sigue los mandamientos de Dios, pero eventualmente encuentra la obra del pecado en sus miembros--orgullo no sometido, su antiguo temperamento irrumpe, y multitudes de enemigos asaltan su alma--y no está preparado para enfrentarlos.

Hasta ahora, ha considerado a Jesús como un Salvador para salvarlo del infierno. La gran mayoría de cristianos profesantes pierden de vista, casi toda, de muchas de las funciones más importantes que Cristo ofrece a los creyentes. Cuando el convertido se encuentra a sí mismo llevado bajo el poder de la tentación y atraído al pecado, necesita invitar a Cristo en estas áreas de su vida. Necesita saber más de la provisión de Jesús para que él resista la tentación.

Esto no es plenamente entendido por muchos cristianos. Nunca ven a Cristo bajo su nombre "Jesús", quien salva a su pueblo de sus pecados. Necesitan recibirlo como un Rey, para que tome el trono en sus corazones y gobierne sobre ellos con control absoluto y perfecto, llevando cada facultad y pensamiento a sujeción. La razón por la que el convertido cae bajo el poder de la tentación es que no ha rendido su propia voluntad a Cristo en todo.

Los cristianos se quejan que no pueden entender la Biblia, y siempre están en duda sobre muchas cosas. Lo que necesitan es recibir a Cristo como sabiduría y aceptarlo en su función como la fuente de luz y conocimiento.

¿Quién de ustedes adhiere una idea plena y definitiva al texto que dice que estamos "en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención"? ¿Qué entienden por eso? No dice que es un justificador, un maestro, santificador, y redentor, sino que es sabiduría, justificación, santificación y redención. ¿Qué quiere decir eso? Hasta que los cristianos averigüen por experiencia y sepan lo que quiere decir la Escritura, ¿cómo puede la Iglesia ser santificada?

La Iglesia es ahora como una rama arrancada de una viña. A menos que permanezca en Cristo, no puede llevar fruto. Si una rama tuvo poder para voluntariamente separarse de la viña, y luego deba tratar de producir fruto, ¿qué pensarían? La Iglesia es lo mismo. Hasta que los cristianos vayan a la fuente eterna de santificación, sabiduría, y redención, nunca se volverán santos. Si se vuelven, por fe, absolutamente unidos con Jesús, en todos sus oficios y funciones, entonces sabrían lo que es santidad. Él es la luz y vida del mundo. Para ser santificados por él, ellos tienen que abrazarlo y recibir gracia y conocimiento, que sólo puede purificar el alma y dar la victoria completa sobre el pecado y Satanás.

Si un individuo no está profundamente redargüido de su propia depravación y necesitad para vencer el poder del pecado, nunca recibirá a Jesucristo en su alma como Rey. Cuando los hombres tratan de ayudarse a sí mismos por el pecado y se sienten lo suficientemente fuertes para lidiar con sus enemigos espirituales, nunca reciben a Cristo plenamente o nunca confían solamente en él para salvarlos de pecado.

Pero cuando han tratado de mantenerse ellos mismos por su propia observancia y oraciones, atándose ellos mismos por la resolución y juramentos de obedecer a Dios, no encuentran otra cosa más que depravación. Entonces, sienten su impotencia y empiezan a preguntarse qué hacer.

EL LIBRO DE LA PROMESA DE DIOS

La Biblia nos enseña todo esto plenamente. Si la gente creyera la Biblia, sabrían desde el principio su necesidad de un Salvador, pero no reciben o creen la Palabra hasta que tratan que funcione su propia justicia. Pronto, averiguan que no son nada sin Cristo. Por tanto, no lo reciben en esta función hasta que pasan años en vano, intentos santurrones para santificarse ellos mismos. Habiendo empezado en el espíritu, tratan de perfeccionarse ellos mismos en la carne.

Otros, cuando ven su propia condición, no reciben a Cristo como un Salvador del pecado porque no están dispuestos a abandonar todo pecado. Saben que si se rinden completamente a Cristo, todo pecado debe ser abandonado, y tienen algún ídolo que no están dispuestos a dejar.

Mucha gente supone que están bajo una necesidad fatal de pecado, y arrastran esta carga de pecado hasta su muerte. No ponen carga directamente a Dios y dicen en palabras que no ha hecho provisión para un caso como ese, pero parecen suponer que la expiación de Dios cubrirá sus pecados. Creen que si continúan en pecado todos sus días, él los perdonará y será tan justo como si hubieran sido verdaderamente santos. No ven que el evangelio ha hecho provisiones para deshacernos de todo pecado por siempre. Lo ven como un sistema de indulto, dejando al pecador que arrastre su carga de pecado a la puerta del cielo.

Oh, qué poco hacen uso los cristianos de aquellas promesas grandiosas y preciosas. Tenemos que recurrir a él solamente, y tendremos lo que necesitemos para nuestra santificación. "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá" (Marcos 11:24).

Los cristianos no creen realmente mucho lo que está en la Biblia. Imaginen que se encontraron con Dios, y sabían que era Dios mismo. Supongan que sostenía un libro en su mano y les dijera que lo tomaran. Ese libro contenía las promesas grandiosas y preciosas que todos ustedes necesitan para resistir la tentación, vencer el pecado, volverse perfectamente santos, y hacerlos aptos para el cielo. Entonces, les dice que cuando necesiten cualquier cosa, sólo tienen que apropiarse de la promesa y presentarla a él y él hará.

Ahora, si fueran a recibir tal libro directamente de Dios, y supieran que lo había escrito para ustedes, ¿lo creerían? ¿Lo leerían más que leen ahora la Biblia? ¿Qué tan ansiosos estarían por saber que todo estaba en él? ¡Qué prestos para aplicar las promesas en tiempo de necesidad! ¡Lo querrían saber de memoria! Mantendrían sus mentes para que sus contenidos les fueran familiares y estuvieran listos para aplicar las promesas que leyeran.

¡La Biblia es ese libro! Esta escrito por Dios y lleno de tales promesas. Cualquier cristiano, al asirse de la promesa correcta e implorarla, puede encontrar todo lo que necesita para su beneficio espiritual.

Jesús es un Salvador completo. Todas las promesas de Dios están en él para la gloria del Padre. Dios las ha prometido en la segunda Persona de la Trinidad y las ha hecho todas ciertas a través de él. Los cristianos necesitan entender estas promesas y creerlas.

Supongan que a ellos les falta sabiduría. Déjenlos ir a Dios y suplicar la promesa. Supongan que no pueden ellos entender las escrituras, o el camino del deber no está claro. La promesa es suficientemente clara--tómenla. Cual sea que a ellos les falte de sabiduría, justicia, santificación, y redención, sólo déjenlos que vayan ellos a Dios en fe y se agarren de la promesa.

DESTROZANDO SU ORGULLO

Mucha gente no recibe a Jesús en todas sus funciones porque son demasiado orgullosos para renunciar a toda dependencia de uno mismo en su propia sabiduría y voluntad.

¡Qué cosa grandiosa es para el orgullo del corazón del hombre rendir su propia sabiduría, conocimiento, voluntad y todo, a Dios! He encontrado que esto es una de las dificultades más grandes. Sin duda, todos lo ven así. Todo lo que Dios dice tiene que ser verdad, ya sea que nosotros en ignorancia y ceguera podamos ver la razonabilidad de eso o no. Si vamos más allá de eso, vamos más allá de la propia providencia de la razón.

Pero qué tan indispuesto está el corazón orgulloso del hombre para poner a un lado su propia sabiduría vana y volverse como un niño bajo la enseñanza de Dios. El apóstol dice: "Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo" (1 Corintios 8:2). Hay un significado vasto en esto. Una persona que no recibe a Cristo solo como su sabiduría no sabe nada.

Si no es enseñado por Jesucristo, no ha aprendido la primera lección del cristianismo. "Todas las cosas me fueron entregadas por mi Padre; y nadie conoce al Hijo, sino el Padre, ni al Padre conoce alguno, sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo lo quiera revelar" (Mateo 11:27). El individuo que ha aprendido esta lección siente que no tiene una jota de conocimiento de cualquier valor aparte de lo que es enseñado por Jesucristo porque escrito está: "Y serán todos enseñados por Dios" (Juan 6:45).

Los cristianos necesitan ser escudriñados exhaustivamente, mostrárseles sus defectos, ser llevados a ver su culpa, y entonces señalarles en dónde yace su gran fuerza. Con su desfile eterno de obras muertas, necesitan que se les muestre cuán pobres son. "Porque tú dices: Yo soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo" (Apocalipsis 3:17).

Hasta que a los cristianos se les muestre su pobreza y vacío infinito y su maldad abominable de sus obras muertas, la Iglesia se apartará cada vez más de Dios. Tendrá sólo la apariencia de piedad, negando ese poder" (Véase 2 Timoteo 3:5).

Cuando ven el carácter cristiano defectuoso en cualquier forma, siempre saben que el individuo necesita recibir a Cristo plenamente para suplir ese defecto. Ese defecto en el creyente nunca será remediado hasta que vea a Cristo en esa parte de su carácter. Por fe tiene que agarrarse de Cristo para remediar esa imperfección.

ELEVANDO EL PATRÓN DE SANTIDAD

Hasta que el patrón de santidad sea elevado grandemente entre los ministros, la piedad de la Iglesia no será elevada. Los cristianos que entienden estas cosas deben, por tanto, constantemente orar por los ministros. Los dirigentes de la Iglesia tienen que agarrarse de Cristo para la santificación de sus corazones, y entonces sabrán qué decir a la Iglesia sobre el tema de la santidad.

Mucha gente busca la santidad por obras que no sabe que está buscando en esa forma. Profesa que está buscando la santificación sólo por fe y le dice a ustedes que sabe que es en vano buscarla por sus propias fuerzas, pero sus resultados muestran que la está buscando por obras y no por fe.

Si un hombre está buscando por obras, obviamente está dependiendo de realizar ciertos pasos preparatorios y procesos antes que ejerza la fe salvadora. No está listo ahora para aceptar a Cristo, pero piensa que debe llevar consigo un estado diferente de mente como una preparación. Es a lo que está apuntando. Está tratando sin fe de conseguir un estado propio de la mente. Es todo religión de obras.

Qué común es ese estado de mente entre los cristianos que profesan estar buscando la santidad. Dicen ustedes que tienen que mortificar el pecado, pero la forma en que lo hacen es por preparación santurrona, buscando recomendarse ustedes mismos a Cristo como dignos de recibir la bendición, pero deben llegar directo a Cristo como mendigo indigno y arruinado para recibir de inmediato, por fe, la bendición que necesitan. Como una persona en una fosa de lodo, cada lucha suya la hunde más en el lodo. Todos sus intentos, en vez de llevarla más cerca de Cristo, sólo la aleja más de Dios.

El pecador, por su búsqueda preparatoria, no gana ninguna ventaja. Yace, muerto en sus transgresiones y pecados, removido de la vida espiritual como un cadáver, hasta que llega a la convicción que no hay nada que pueda hacer por sí mismo más que ir ahora, como está, y rendirse a Cristo. En tanto crea que hay algo que deba hacer primero, nunca sentirá que ahora es el tiempo de Dios de la salvación. En tanto el cristiano esté buscando la santificación por obras, nunca sentirá que ahora es el tiempo de Dios para darle la victoria sobre el pecado.

Multitudes se engañan a sí mismas porque ellos han visto ciertas Iglesias de "fe sin obras" que surgen, arrastrando en muerte. Donde una iglesia así ha sido encontrada, alimentada en doctrina árida hasta que los miembros fueron tan estúpidos como los asientos en donde se sentaron, lo primero ha sido levantarlos a hacer algo. Quizá eso llevaría una iglesia así a la convicción y arrepentimiento--no porque haya algo bueno en sus asuntos, sino porque les muestra sus deficiencias y despierta sus conciencias.

Lo mismo ocurre cuando el pecador negligente empieza a orar. Todos saben que no hay piedad en oraciones así, pero llama la atención al Señor y le da al Espíritu Santo una oportunidad de llevarle la verdad a su conciencia, pero si toman a un hombre que ha estado en el hábito de orar desde su niñez, cuyas oraciones formales han sido tan frías como una piedra, orar nunca lo llevará bajo convicción hasta que vea la verdad de sus oraciones impías.

Donde una iglesia se ha hundido en estupidez, la forma más efectiva para levantar a la gente ha sido advertir a los pecadores de su peligro. Esto obtiene la atención de la iglesia y con frecuencia los lleva al arrepentimiento.

Si toman una iglesia llamada una "iglesia trabajadora", donde han estado en el hábito de disfrutar avivamientos y llevar a cabo reuniones, encontrarán que no hay dificultad en motivar a la iglesia a actuar, pero como una regla general a menos que haya gran sabiduría y fidelidad en tratar con la iglesia, cada avivamiento sucesivo hará de su religión más y más superficial. Su mente se endurecerá más en vez de ser convencida.

Diganle a una iglesia así que hay santurronería y que no está el Espíritu Santo en su ánimo, y será afrentada. "¿Acaso no saben que la manera de despertar es ir a trabajar en religión?", dicen. El simple hecho que la actividad se haya vuelto un hábito con ellos muestra que requiere un curso diferente. Necesita primero ser probada minuciosamente, escudriñada, hecha sensible de sus deficiencias y llevada humilde y creyendo al pie de la cruz.

CRECIENDO EN SANTIDAD

Cuando era evangelista, trabajé en una iglesia que había gozado de muchos avivamientos. Era lo más fácil en el mundo hacer que la iglesia trajera pecadores a las reuniones. El impenitente llegaba y oía, pero no había ningún sentimiento profundo y nada de fe en la iglesia. El ministro vio que esto estaba arruinando la iglesia. Cada avivamiento hizo a los convertidos cada vez más superficiales. Empezamos a predicar de la santidad y los miembros de la iglesia se marchitaron. La predicación fue directamente contra las nociones pasadas sobre la manera de promover el cristianismo, y algunos de ellos se enojaron bastante, pero luego de un conflicto mayor, muchos de ellos se quebrantaron y se volvieron tan humildes y enseñables como niños.

Multitudes en las iglesias insisten que la manera de promover la santidad es trabajar, y creen que por la fricción pueden producir el cálido amor de Dios en sus corazones. Esto está muy equivocado. El bullicio y ruido nunca producirán santidad--menos que nada donde la gente está acostumbrada a este curso.

¿Realizan muchos deberes religiosos pero fallan en la santidad? Entonces arrójense al Señor Jesucristo para santificación y trabajen para servirle. Están trabajando para salvación en vez de trabajar por un principio de vida dentro, impulsándolos a la obra del Señor.

¿Tienen la mitad de la perseverancia de un pecador? Un pecador, llevado por el temor de ir al infierno, se ejerce a sí mismo en obras hasta que su fuerza de agota y la santurronería se acaba. Sentir que es impotente y que está deshecho, el pecador se arroja a los brazos de Cristo, pero ya que no tiene mucha perseverancia, no tiene tanto temor. Si creen ustedes que son cristianos y que pese a la falta de santidad, aún están a salvo del infierno y pueden ir al cielo, están equivocados.

Cristo es nuestra única esperanza para santificación, Esto es por eso que los cristianos redargüidos carecen de esa sumisión a Cristo para santidad que el pecador acusado ejerce para perdón.

Si la Iglesia crece en santidad, crecerá en obras, pero no siempre se desprende que el crecimiento en obras promueve crecimiento en santidad. Las obras de la religión puede grandemente aumentar mientas el poder de los cristianos declina rápidamente. Con frecuencia la iglesia que empieza a perder su poder puede estar dispuesta a hacer más obras que nunca, pero no disminuirá el declive a menos que la gente se quebrante delante de Dios.

Oh, que pudiera convencer a la Iglesia que necesita solo la ayuda de Cristo y que puede ir a él para todas sus necesidades--sabiduría, justicia, santificación y redención. ¡Cuán pronto sería suplida desde las profundidades de la plenitud infinita de él!

 

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