LA VERDAD DEL EVANGELIO

 LAS ACCIONES DUDOSAS SON PECAMINOSAS

Por Charles G. Finney

 

"Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado". --Romanos 14:23.

Era una costumbre entre lo impíos idólatras ofrecer los cuerpos de las bestias en sacrificio. Una parte de cada bestia que se ofrecía pertenecía al sacerdote. Los sacerdotes vendían su porción en el mercado como cualquier otra carne. Los judíos cristianos dispersos eran exigentes sobre qué carne comían. No corrían el menor riesgo de violar la ley de Moisés y levantaban sospechas y creaban disputas y dificultades entre las iglesias debido a su creencia. Esto fue uno de los temas que dividió a la iglesia en Corinto hasta que finalmente le escribieron al apóstol Pablo por dirección.

Una parte de la primera epístola a los Corintios sin duda fue escrita como contestación a tales preguntas. Algunos llevaban sus escrúpulos tan lejos que pensaban que era impropio comer cualquier carne puesto que continuamente estaban en peligro de comprar carne ofrecida a los ídolos. Otros pensaban que no había ninguna diferencia. Tenían derecho a comer carne y la compraban en el mercado como la encontraran.

Para calmar la disputa, escribieron a Pablo. En el octavo capítulo él discute plenamente el tema. "En cuanto a lo sacrificado a los ídolos, sabemos que todos tenemos conocimiento. El conocimiento envanece, pero el amor edifica. Y si alguno se imagina que sabe algo, aún no sabe nada como debe saberlo. Pero si alguno ama a Dios, es conocido por él. Acerca, pues, de las viandas que se sacrifican a los ídolos, sabemos que un ídolo nada es en el mundo, y que no hay más que un Dios. Pues aunque haya algunos que se llamen dioses, sea en el cielo, o en la tierra (como hay muchos dioses y muchos señores), para nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. Pero no en todos hay este conocimiento; porque algunos, habituados hasta aquí a los ídolos, comen como sacrificado a ídolos, y su conciencia, siendo débil, se contamina" (1 Corintios 8:1-7).

 

La conciencia del creyente "se contamina"--esto es, la considera como carne ofrecida a un ídolo, y está realmente practicando idolatría. El comer carne es un asunto de total indiferencia en sí.

"Si bien la vianda no nos hace más aceptos ante Dios; pues ni porque comamos, seremos más, ni porque no comamos, seremos menos. Pero mirad que esta libertad vuestra no venga a ser tropezadero para los débiles. Porque si alguno te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un lugar de ídolos, la conciencia de aquel que es débil, ¿no será estimulada a comer de lo sacrificado a los ídolos? Y por el conocimiento tuyo, se perderá el hermano débil por quien Cristo murió" (1 Corintios 8:8-11).

Algunos cristianos pudieran haber sabido que un ídolo no era nada y no podía hacerse ningún cambio en la carne en sí. Sin embargo, si a ellos se les veía comiendo carne que se supiera que se había sacrificado a los ídolos, aquellos que eran débiles pudieran haber sido motivados a comer los sacrificios como tales o como un acto de culto al ídolo. Y todo el tiempo pensarían que sólo estaban siguiendo el ejemplo de hermanos más iluminados.

"De esta manera, pues, pecando contra los hermanos e hiriendo su débil conciencia, contra Cristo pecáis. Por lo cual, si la comida le es a mi hermano ocasión de caer, no comeré carne jamás, para no poner tropiezo a mi hermano" (1 Corintios 8:12-13).

Ésta es la conclusión benevolente de Pablo. Preferiría dejar de comer carne que ser la ocasión de llevar a un hermano débil a la idolatría, pues, de hecho, pecar así contra un hermano débil es pecar contra Cristo.

ENTENDER SUS MOTIVOS

Al escribir a los romanos, Pablo toma el mismo tena--la misma disputa había existido ahí. Luego de poner algunos principios generales, dio esta regla: "Recibid al débil en la fe, pero no para contender sobre opiniones. Porque uno cree que se ha de comer de todo; otro, que es débil, come legumbres" (Romanos 14:1-2).

Entre los romanos, algunos escogieron vivir enteramente de legumbres en vez de correr el riesgo de comprar carne que hubiese sido sacrificada a los ídolos. Otros como siempre no estaban haciendo preguntas por causa de la conciencia. Aquellos que vivían de legumbres culpan a los otros de idolatría. Aquellos que comían carne acusaban a los otros de superstición y debilidad. Esto estaba mal.

"El que come, no menosprecie al que no come, y el que no come, no juzgue al que come; porque Dios le ha recibido. ¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno? Para su propio señor está en pie, o cae; pero estará firme, porque poderoso es el Señor para hacerle estar firme" (Romanos 14:3-4).

También surgió la controversia de observar los días del festival judío y las festividades. Algunos suponían que Dios requería eso, y por consiguiente las observaban. Otros las desatendían porque suponían que Dios no requería su observancia.

"Uno hace diferencia entre día y día; otro juzga iguales todos los días. Cada uno esté plenamente convencido en su propia mente. El que hace caso del día, lo hace para el Señor; y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace. El que come, para el Señor come, porque da gracias a Dios; y el que no come, para el Señor no come, y da gracias a Dios. Porque ninguno de nosotros vive para sí, y ninguno muere para sí. Pues si vivimos, para el Señor vivimos; y si morimos, para el Señor morimos. Así pues, sea que vivamos, o que muramos, del Señor somos. Porque Cristo para esto murió y resucitó, y volvió a vivir, para ser Señor así de los muertos como de los que viven. Pero tú, ¿por qué juzgas a tu hermano? O tú también, ¿por qué menosprecias a tu hermano? Porque todos compareceremos ante el tribunal de Cristo. Porque escrito está: Vivo yo, dice el Señor, que ante mí se doblará toda rodilla, Y toda lengua confesará a Dios. De manera que cada uno de nosotros dará a Dios cuenta de sí. Así que, ya no nos juzguemos más los unos a los otros, sino más bien decidid no poner tropiezo u ocasión de caer al hermano" (Romanos 14:5-13).

Ahora observen lo que Pablo dice:

"Pero si por causa de la comida tu hermano es contristado, ya no andas conforme al amor. No hagas que por la comida tuya se pierda aquel por quien Cristo murió" (Romanos 14:15).

La distinción de carnes en limpia o inmunda no es obligarse bajo Cristo, sino para aquel que cree en la distinción, es un delito comer indiscriminadamente porque hace lo que cree ser contrario a los mandamientos de Dios. "No destruyas la obra de Dios por causa de la comida. Todas las cosas a la verdad son limpias; pero es malo que el hombre haga tropezar a otros con lo que come" (Romanos 14:20). A cada persona se le debe persuadir plenamente en su propio parecer que lo que Dios está haciendo es correcto. Si un hombre come carne inmunda, sin tener claro en su mente que es correcto, ofende a Dios.

"Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite. ¿Tienes tú fe? Tenla para contigo delante de Dios. Bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba. Pero el que duda sobre lo que come, es condenado, porque no lo hace con fe; y todo lo que no proviene de fe, es pecado" (Romanos 14:21-23).

La palabra condenado significa juzgado como culpable de quebrantar la ley de Dios. Si un hombre duda si es lícito hacer algo, y mientras en esa duda lo hace, desagrada a Dios, quebranta la ley, y es condenado este bien o mal aquello. He tenido cuidado de explicar el texto en su contexto porque quiero convencerlos de la propiedad del principio.

Si un hombre hace lo que duda que sea lícito, peca y se condena por ello a la vista de Dios. Si es lícito en sí mismo, no es la cuestión. Si duda de su licitud, está mal en él.

Una excepción debe observarse aquí. Si un hombre honestamente duda la licitud de omitir hacer algo tanto como la licitud de hacerlo, debe actuar de acuerdo con la mejor luz que pueda tener, pero donde duda la licitud del acto, y no causa duda de la licitud de la omisión, pero lo hace, peca y es condenado ante Dios.

RESPONSABILIDAD Y ACCIÓN

Un individuo es condenado si hace lo que duda porque si Dios lo hace dudar de la licitud de un acto, debe detenerse, examinar el asunto, arreglarlo a su satisfacción.

Supongan que su hijo es invitado por sus compañeros a ir a algún lado, y duda si lo van a dejar ir. ¿No ven que es el deber de él preguntarles? Si uno de sus compañeros de escuela lo invita a casa, y duda si le gustaría, y así va, ¿no esto equivocado?

O supongan a un náufrago en una isla desierta usa una cueva como morada, considerando que está solo y sin amigos, ayuda y esperanza, pero cada mañana encuentra comida preparada para él por la orilla de salida de la cueva. ¿Cuál es su deber? ¿No le requiere la gratitud encontrar a ese amigo que no ha visto y agradecerle su amabilidad? No puede decir: "Dudo que haya alguien aquí; por tanto, no haré nada más que comer mi dotación y descansar". El rehusarse buscar a su benefactor lo acusaría de su maldad, como si supiera quién era y rehusara agradecer los favores recibidos.

O imaginen a un ateo que abre sus ojos a la bendita luz del cielo y respira el aire que manda salud y vigor a su cuerpo. Tal experiencia es evidencia suficiente para disponerse a buscar al gran Ser que provee todos esos medios de vida y felicidad. Si no busca a Dios, muestra que tiene un corazón e intelecto de un ateo. Tiene, por decir lo menos, la evidencia de que puede un haber un Dios. ¿Qué le corresponde entonces? Simplemente, honestamente escudriñar, con un espíritu como de niño, en las escrituras y rendir reverencia a Dios. Si aún actúa como si no hubiera un Dios, muestra que su corazón está mal; dice, "que no haya Dios".

Es lo mismo con el unitario. Está obligado a escudriñar las escrituras humildemente y convencerse a sí mismo. Ningún hombre inteligente y honesto puede decir que las escrituras no sostienen ninguna evidencia de la divinidad de Cristo. Sí sostienen evidencia que ha convencido plenamente a miles de mentes agudas, que se habían opuesto antes a la doctrina. Ningún hombre puede rechazar la doctrina, con una duda, porque hay evidencia que puede ser verdad.

Consideremos también al universalista. Donde hay uno que diga que sabe que no hay infierno donde van los pecadores después de morir hacia un tormento interminable está obligado a escudriñar las escrituras. No es suficiente que diga que no cree en el infierno. Puede haber uno, y si lo rechaza, y persiste insensatez sobre la verdad si hay o no hay, eso lo hace un rebelde contra Dios. No sabe si hay un infierno que debe evitar, y así actúa como si estuviera seguro y no tuviera duda. Está condenado.

Conocí una vez a un médico que era universalista. Ha entrado a la eternidad al tratar la realidad de sus especulaciones. Antes de morir, me dijo que tenía fuertes dudas de la verdad del universalismo. Había expresado sus dudas a su ministro, que confesó que él también dudaba esa verdad, y no creía que hubiera un universalista en el mundo que no dudara.

Para que un hombre haga algo cuando duda si es lícito, muestra que es egoísta y que tiene otros objetivos además de hacer la voluntad de Dios. Muestra que quiere hacerlo para gratificarse él mismo. Duda si Dios lo aprueba, y aún lo hace. ¿Acaso no es un rebelde? Si honestamente deseara servir a Dios, se detendría, inquiriría y examinaría hasta que estuviera convencido, pero el ir adelante mientras está en duda muestra egoísmo y maldad. Está dispuesto a hacerlo si Dios está complacido o no, y quiere hacerlo si está bien o mal. Lo hace porque quiere hacerlo y no porque esté bien.

El hombre que ignora sus dudas manifiesta un espíritu insensato. Eso muestra una falta de conciencia, una indiferencia a lo correcto, haciendo a un lado la autoridad de Dios, y una disposición a no hacer la voluntad de Dios. No le importa si Dios está complacido o no, y la insensatez desesperada y el temperamento apresurado es el punto más alto de maldad.

El principio, entonces, que es claramente puesto en el texto y contexto, y también en el capítulo que cité de Corintios, es plenamente sostenido por examinación. Para que un hombre haga algo, cuando duda de la licitud de ello, es pecado por aquello por el cual es condenado ante Dios.

DUDAS LEGÍTIMAS

En algunos casos, una persona puede igualmente dudar sobre la licitud de algo y si está obligado hacerlo o no.

Tómese el caso del vino en la Cena del Señor, Algunos fuertemente creen que el vino es parte esencial de la ordenanza y que debemos usar el mejor vino que podamos. Otros dicen que no debemos usar alcohol o vino que intoxique en lo absoluto. Como el vino no es esencial desde su punto de vista para la ordenanza, creen que es mejor usar otra bebida. Ambas clases son sin duda igualmente concienzudas y deseosas de hacer lo que ellos creen más razonable creer que es grato a la voluntad de Dios.

Cada hombre tiene que decidir según la mejor luz que pueda tener de lo que más grato para Dios. Tiene que orar sobre el asunto, escudriñar las escrituras, obtener el mejor entendimiento que pueda, y entonces actuar. Cuando hace eso por ningún motivo debe ser juzgado o censurado por otros por el curso que tome. "¿Tú quién eres, que juzgas al criado ajeno?" Ningún hombre está autorizado para hacer de su propia conciencia una regla de la conducta de su vecino.

En estos casos el diseño es honrar a Dios y la sola base de duda es qué curso realmente le honrará. Pablo dice, en referencia a todas las leyes de este tipo: "el que hace caso del día, lo hace para el Señor, y el que no hace caso del día, para el Señor no lo hace". El diseño es hacer bien, y la duda es como para el medio de hacerlo de la mejor manera.

EXAMINAR DESEOS EGOÍSTAS

En algunos casos el diseño está mal. El objetivo es gratificar al yo y el individuo duda si puede hacerlo lícitamente.

Tomen, por ejemplo, el hacer o vender bebidas alcohólicas fuertes. Luego que la luz se ha puesto sobre la pregunta, hay algún hombre en este país que pueda decir que no ve ninguna razón para dudar de la licitud de este asunto, pero tomen la suposición más benévola posible para el destilador o el vendedor, y supongan que no está plenamente convencido de su ilicitud. Tiene que por lo menos dudar su licitud.

¿Qué va a hacer entonces? ¿Cerrará sus ojos a la luz pese a la verdad siempre y cuando evite verla? No. Podrá tener objeciones, pero sabe que tiene dudas acerca de la licitud de su negocio. Y si duda y persiste en hacerlo sin tomarse la molestia de examinar y ver lo que es correcto, es seguro que se condenará como si siguiera pese al conocimiento.

Los hombres dicen: "Pues, no sabía que la Biblia prohibiera hacer o vender licor". Bueno, supongan que no están plenamente convencidos y no son removidas todas sus objeciones posibles y concebibles --¿qué entonces? Saben ustedes que tienen dudas sobre su licitud. No es necesario tomar esa postura para redargüirlos de hacer mal. Si dudan su licitud, pero persisten en hacerlo, van de camino al infierno.

Las mismas observaciones aplican a todo tipo de lotería y juegos de azahar. Los hombres tienen dudas.

Tómese el caso de indulgencias controversiales de apetitos. Consideren el beber vino, cerveza, y otros licores fermentados que intoxican. ¿No es cuestionable, por lo menos, si usar estas bebidas es no transgredir la regla puesta por el apóstol: "Bueno es no comer carne, ni beber vino, ni nada en que tu hermano tropiece, o se ofenda, o se debilite"? Ninguna prueba segura existe de su licitud, pero hay prueba fuerte de su ilicitud. Todo hombre que lo hace mientras duda es condenado.

¿Puede un hombre fingir que no tiene duda sobre la voluntad de Dios para usar tabaco? Ningún hombre puede fingir que tiene dudas de la licitud de su omisión de estas cosas. ¿Piensa cualquiera que está obligado a hacer uso del vino, cerveza fuerte, o tabaco, un lujo? No. La duda es toda en un lado. ¿Qué diremos, pues, de ese hombre que duda de la licitud de eso y aún llena su cara con la hierba venenosa? Está condenado.

Consideren las fiestas donde se come y bebe en exceso. ¿No hay razón para dudar si esto es un uso práctico del tiempo y dinero como Dios requiere? Véase a los hambrientos y pobres, consideren el efecto de esta extravagancia, y vean si irían ustedes a otra fiesta así, o tendrían una, sin dudar de su licitud. ¿Dónde pueden encontrar a un hombre o una mujer que digan que no tienen duda? Y si dudan, y aún lo hacen, están condenados.

Este principio toca una clase completa de cosas controversiales donde la gente intenta excusarse al decir no es peor que hacer esto y aquello. Así, se alejan ellos de la sentencia condenatoria de la ley de Dios, pero de hecho si hay duda, es su deber abstenerse.

Tómese el caso de los bailes, lectura de novelas, y otros métodos de perder el tiempo. ¿Es esta la manera de Dios de pasar sus vidas? ¿Pueden decir que no tiene dudas de eso?

La gente dice que deberíamos tener vacaciones. Está muy bien, pero cuando se abusa y se produce mucho mal, le pregunto a todo cristiano, si pueden evitar dudar su licitud. Y si es dudoso, viene bajo la regla: "si la comida les es a mi hermano ocasión de caer". Si tener vacaciones lleva a glotonería, borrachera, y maldad, ¿no pone en duda a la licitud de ellas? Sí, es lo menos que se puede decir, y ellos que duda todavía hacerlo pecan contra Dios.

Los matrimonios de cristianos con pecadores impenitentes deben también considerarse. Esta respuesta surge siempre: "pero no es seguro que estos matrimonios sean ilícitos". ¿Acaso no lo hacen dudoso la Biblia y la naturaleza del caso si están bien? Se puede demostrar, en efecto, que son ilícitos, pero supongan que no podría ser. ¿Qué cristiano se casa con un incrédulo y no duda si fue lícito? Aquel que duda es condenado.

NO HAY DUDA AL RESPECTO

Este principio estará al lado ustedes cuando intenten reprender el pecado y el poder de la sociedad intente ponerlos en la defensiva para probar la pecaminosidad de la práctica atesorada. Recuerden, la carga de prueba no yace en ustedes. Si pueden mostrar razón suficiente a la cuestión de su licitud y crear una duda válida si es de acuerdo a la voluntad de Dios, pueden pasar la carga al otro lado. A menos que ellos puedan remover la duda y mostrar que no hay lugar para dudar, no tienen derecho a continuar. Si lo hacen, pecan contra Dios.

El conocimiento del deber no es indispensable para la obligación moral, pero la posesión de los medios de conocimiento es suficiente para hacer a una persona responsable. Si un hombre tiene los medios de saber si algo está bien o mal, está obligado a usar los medios. Inquirir y obtener los hechos.

Si los hombres que hacen lo que dudan de licitud son condenados, ¿qué diremos de las multitudes que continuamente hacen lo que saben y confiesan estar mal? Ay para el hombre que practica lo que condena. Y "bienaventurado el que no se condena a sí mismo en lo que aprueba".

Los hipócritas con frecuencia intentan albergarse detrás de sus dudas para zafarse del deber. El hipócrita no está dispuesto a ser iluminado y no quiere saber la verdad. No quiere obedecer al Señor, y se esconde detrás de sus dudas y aparta su vista de la luz, pero Dios lo sacará detrás de su refugio de mentiras por el principio puesto en el texto--sus mismas dudas los condenarán.

Es obvio que muy poca conciencia existe en el Iglesia. Multitudes siguen dudando fuertemente de la licitud de muchas de sus acciones.

Y existe menos amor a Dios que conciencia. No puede fingirse que el amor a Dios es la causa de todo este seguir de modas, practicando indulgencias y otras cosas de las que la gente duda su licitud. No persisten en estas cosas porque aman a Dios. Persisten porque desean gratificarse a sí mismos, y preferirían correr el riesgo de hacer mal que aclarar sus dudas.

No digan en sus oraciones: "Oh Señor, si he pecado en esto perdona mi pecado". Si han hecho lo que creyeron que está mal, han pecado, si aquello mismo está bien o mal. Tienen que arrepentirse y pedir perdón

Están convencidos que ¿hacer lo que dudan de la licitud de eso sea pecado? Si así es, tengo una pregunta más. ¿Renunciarán esta vez a todo lo que dudan de su licitud--cada entretenimiento, indulgencia, práctica y búsqueda? ¿O se condenarán ante el juicio solemne de Jesucristo? Si no dejan esas cosas, muestran que son un pecado impenitente y no intentan obedecer a Dios. Si no se arrepienten, traerán la condenación e ira de Dios sobre su cabeza por siempre.

 

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